Roy Galán es un escritor y activista, feminista declarado y defensor del colectivo Lgtbi+, en sus redes sociales acumula más de 500.000 seguidores, entre sus publicaciones se encuentran Los amores, La ternura, Haz que no parezca amor, Nadie dentro de ti, Las alegrías o Fuerte. Con este último, Roy trata las nuevas masculinidades, cuestiones como, ¿qué tipo de hombres somos? ¿Qué identtidad hemos construido sobre nuetros cuerpos? ¿Cuál es el hombre que nos han permitido? ¿Podemos cambiar? Preguntas que también planteó esta semana en Jerez, en la celebración de una charla que tuvo lugar en la Casa de las Mujeres y que realizó junto a Daniel Leal, coordinador del programa municipal Hombres por la Igualdad. Roy invita a indigar en las estructuras sobre las que se ha sustentado la masculinidad tradicional, un proceso que para el propio autor le llevó años, y que como él mismo dice, “no le llegó de la noche a la mañana”. Ahora, anima a permitirse ser, vivir en libertad, huyendo de esa cárcel, sin imposiciones.
¿Por qué tendríamos que hablar de masculinidades en plural en lugar de masculinidad?
–Pues, por ejemplo, porque es verdad que se usa a veces la palabra masculinidad, pero eso quiere decir que hay una forma correcta de ser o de estar en el mundo. Yo no creo que la imposición de un nuevo modelo de ser sea productivo, sino todo lo contrario, contraproducente. Porque no se trata de decirle a la gente cómo debería ser, si no señalar cómo no se tiene que ser y ampliar los márgenes, al hablar de masculinidades lo que hacemos es dar libertad para ser de muchas formas.
El uso de masculinades podría suponer un problema para determinados sectores, ¿no crees?
–Bueno, supongo que si alguien cree que solo hay una forma de ser hombre, sí. Eso es lo que queremos desmontar, esto es una invitación para que los seres humanos pensemos si todo esto que hemos ido acumulando a lo largo de nuestras vidas es aprendido o es algo que podemos cambiar. Es necesario decirle a los hombres que ser un hombre libre es un hombre que se permite ser. Y hoy en día, o como ha venido siendo establecido hasta ah0ra, en el marco del que supone ser un hombre, muy pocos hombres se permiten ser.
¿Cómo puede llegar a limitar tener ese pensamiento de que solo exista un tipo de masculinidad?
–Es una cárcel, sobre todo porque que hay que mantenerla. ¡Qué desgaste y estrés! Una masculinidad estresada es aquella que trata de mantener una estructura que es imposible. Las metas que nos ponen a los hombres son absolutamente imposibles, ser proveedores, estar siempre dispuestos, no quejarnos por nada, no hablar de nuestras emociones, es inviable y hace que genere sufrimiento, al final la invitación siempre es a decirle a los hombres que existe la posibilidad de ser de forma distinta y que hay muchas cosas que creen que forman parte de su personalidad,y que realmente es colectivo. No es que te quite responsabilidad, es que te ayuda a comprender que puedes cambiarlo si quieres.
¿Salvarías algo de lo que conocemos por masculinidad tradicional?
–Bueno, por sí misma la masculinidad tradicional no es una cuestión de atacar absolutamente a todo, en otras formas de ser se pueden coger cosas de algunas formas de ser que está bien. La tradicional presenta una serie de requisitos y condiciones que son bastante complicadas para una vida plena y libre de los hombres. Quizás el hecho que me parece bonito es el que tiene que ver con la necesidad de estar presente para los demás, ese podría ser rescatable, pero se lleva a un lugar imposible en el que no se puede delegar ni pedir ayuda. Esa idea de sostener es bonita, no solo para los hombres, para todas las personas, el crear vínculos colectivos y no tan individualistas.
¿Cómo podemos contribuir las mujeres a visibilizar esas nuevas masculinidades?
–En absolutamente todo,las masculinidades no solo recaen en los hombres, las mujeres participan de la masculinidad y la refuerzan o la debilitan, y también caen sobre sus hombros cuando tienen que actuar de determinadas formas en algunos espacios. Creo que de hecho, las mujeres son las que más padecen la masculinidad, se topan con hombres cortados por el mismo patrón, al final se acaba generando lugares incómodos, malestares o a veces violencia por esas incapacidades. Podríamos contribuir todos identificando cuáles son esas estructuras, hablándolo e invitándolos a que tengan círculos afectivos más grandes y profundos.
Hablas de que echas en falta que los hombres hablen de sus emociones y de sus vivencias más personales.
–Siempre digo que si viniera un extraterrestre a buscar un ejemplar del ser humano, hombre y mujer, y se los llevara a su planeta, sabría cómo son las mujeres en 2022 en la Tierra, pero probablemente el hombre seguiría siendo un gran misterio. Me gustaría que hubiese hombres que se dedicaran a contarnos no solo sus hazañas y logros, o hablar desde el poder o desde el plano más académico, también de emociones, paternidades, dudas, miedo y de dolor.
¿Crees que conseguiremos ese objetivo?
–Sí, el feminismo, como dice Bell Hooks, es para todo el mundo y es lo que vale, es el camino.