Hace 14 años Elisabeth Grimaldi comenzó su etapa como madre lactante. En ese momento “había una falta de información y de visibilidad importante sobre el tema”, por eso esta chiclanera empezó a quedar con otras madres que estaban en su misma situación, y entre todas encontraban soluciones a las dificultades que se les presentaban durante el periodo de lactancia.
A partir de ahí, Grimaldi comenzó a investigar, estudiar y formarse hasta convertirse en asesora de lactancia materna. Desde entonces, ha acompañado a muchas mujeres en este periodo vital, las ha guiado y les ha mostrado el camino que ella misma también eligió y del que asegura que es “uno de los momentos más importantes, la lactancia materna no solo es beneficiosa para el bebé, también para la madre”.
Entre las ventajas frente a la leche de fórmula, el “oro líquido ayuda a crear lazos muy fuertes entre la madre y el bebé. Además, nutricionalmente tiene todos los elementos que el niño necesita. Y, por si esto fuera poco, ayuda a que la madre se recupere del parto antes y de forma natural”, asegura la asesora.
Elisabeth experimentó por sí misma lo que es una lactancia de larga duración. “He tenido la gran suerte de estar 7 años de mi vida dando el pecho, tres años y medio con cada hijo”. La asesora divulga sus conocimientos en revistas especializadas, pero siempre con el lema de que cada maternidad es “única e irrepetible”, apostando por eliminar los tabúes que hay alrededor de la lactancia sin cuestionar las decisiones de las madres. “Me sorprende cuando se celebran mesas sobre la lactancia materna y en ella solo hay hombres. Me parece egoísta querer tener protagonismo en algo que ellos no pueden experimentar en primera persona”, mantiene Grimaldi, pero para la asesora no es el único problema que existe, “hay mujeres que siguen dándole el pecho a sus hijos cuando ya están para entrar en el colegio y tienen que escuchar que eso es un problema y que no deberían hacerlo. Esas mujeres lo pasan mal porque hay mucha controversia y luego te dicen que siguen siendo madres lactantes con mucho pudor, por eso hay que derribar los tapujos y hacer ver que es un proceso natural, que la mujer es capaz de dar vida y alimentación y hay que aprovecharlo”.
En los talleres organizados por Elisabeth, las mujeres se abren, hablan sin miedo de lo que les pasa y se apoyan unas en las otras, un ejercicio de ser comadres. “A veces escuchas testimonios duros, pero ahí estamos para dar visibilidad a este bendito momento”, finaliza Grimaldi, quien subraya que “lo verdaderamente importante es que el proceso vaya con éxito y sea lo mejor para ambos, tanto el niño como de la madre”.
