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El tabú rodea a los empleados de la muerte: "Preguntan si los cadáveres abren los ojos"

Un oficio al que se dedican cada vez más jóvenes que, no obstante, lamentan el tabú y el morbo que existe sobre su sector

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  • El profesor y tanatropactor Ezequiel Hinojo. -

Trabajar entre cadáveres, bisturís y ataúdes es el día a día de los tanatopractores, un oficio al que se dedican cada vez más jóvenes que, no obstante, lamentan el tabú y el morbo que existe sobre su sector: "Te preguntan si los muertos van a abrir los ojos".

Así lo cuenta a EFE Lucía Caravaca, una estudiante de tanatropraxia de 23 años. De pie frente a dos ataúdes, un horno crematorio, un esqueleto humano y una vitrina repleta de tijeras y espátulas que se encuentran en el aula del centro de formación en el que estudia, cuenta que ya ha trabajado con cadáveres y que, a pesar de lo que suele pensar la gente, no da ni "yuyu" ni miedo ni "nada por el estilo".

"Hay mucho tabú sobre esta profesión. Cuando alguien me pregunta qué es lo que estudio y lo digo, siempre suelen tirar por el lado del morbo y del miedo. No noto yo que haya mucho conocimiento acerca de lo que es la profesión en sí", explica.


Decidió estudiar tanatopraxia porque siempre tuvo curiosidad por conocer las labores que se llevan a cabo en los tanatorios y, como otros de sus compañeros, lo que más le gusta de la profesión es la atención a las familias, ya que es cuando más pueden ayudar "de manera directa".

No es un empleo frecuente, aunque "hace falta mucha preparación a nivel personal", y además "es un trabajo muy humano", por lo que "es una oportunidad", señala la joven.

Embalsamar o reconstruir

Caravaca es una de las 8.300 personas que se han formado en Tanatos Formación, una academia con una década de experiencia que cuenta con más de 100 alumnos en cada uno de sus centros de Málaga, Madrid y Sevilla.

Uno de los profesores de Málaga, Ezequiel Hinojo, explica a EFE que la tanatropraxia es, en concreto, el conjunto de técnicas higiénico-sanitarias que realizan los tanatopractores para que un cadáver no sea un sujeto infectocontagioso y ponga en peligro la salud de las personas que se van a despedir de ese difunto.

"Es como si tienes un trozo de carne pudriéndose, descomponiéndose. No le vas a dar un beso, pero en los difuntos hay microorganismos que no vemos y, si tenía algún tipo de enfermedad infectocontagiosa o vírica, también hay que proteger a sus allegados", detalla.

Además, también llevan a cabo embalsamamientos -la conservación del cuerpo con productos químicos-, técnicas de tanatoestética para que el fallecido tenga un aspecto natural en el proceso funerario, técnicas de camuflaje, de restauración, de reconstrucción cadavérica, extracción de marcapasos o enucleaciones para extraer, por ejemplo, la córnea para donarlas a los bancos de órganos.

"También desempeñamos en cierto sentido labores de psicología. No somos psicólogos pero siempre ponemos la primera piedra en la superación sana de un duelo, ya sea trabajando con el difunto para que tenga un acondicionamiento perfecto como obviamente tratando a las familias, amigos y allegados del fallecido", comenta.

Sin herramientas para la muerte

Según Hinojo, unos de los motivos para que exista tanto tabú respecto a la muerte es porque la sociedad vive de espaldas a ella y piensa en consumir y en pasárselo bien, por lo que evita reflexionar sobre este asunto que supone "todo lo contrario".

"Yo creo que es un error absoluto. No puede ser que en una sociedad sepamos todo en torno al nacimiento y no se sepa nada de la muerte. Conocerla más nos da más herramientas para poder superar ese duelo, porque al final todos vivimos muchas pérdidas, ya sea una ruptura de pareja, la muerte de una mascota o el fallecimiento de seres queridos", afirma el tanatopractor.

A pesar de las numerosas "pérdidas" que se experimentan a lo largo de la vida, Hinojo ha observado que a la mayoría de personas les faltan "herramientas" a la hora de enfrentarse a la muerte, lo que se traduce en enfermedades mentales y depresiones por duelos que no se han superado de una manera correcta.

Un trabajo sin paro ni fin

Los tanatopractores ganan, de media, unos 24.000 euros anuales pero, según indica el portal de formación Essae, depende del nivel de responsabilidad, antigüedad o experiencia.

Como detalla Hinojo, es además un sector que se está abriendo a la profesionalización y en el que cada vez hay más personal cualificado.

En cuanto al perfil de los estudiantes, indica que es muy variado y que hay, desde los chicos y chicas que acaban de terminar el instituto a personas que proceden de otras áreas laborales.

En los últimos años han observado, no obstante, que cada vez hay estudiantes más jóvenes, lo que tiene que ver, a su juicio, con el acceso a la información relacionada con la muerte.

Preguntado sobre las posibilidades de encontrar empleo, el tanatopractor subraya que son muy altas. "Hay un nicho de mercado muy amplio porque todo el mundo se muere y es una labor que va a existir siempre. Sin duda esta profesión tiene mucho futuro", concluye.

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