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Cádiz

20 años de espera en el Cerro del Moro

El 18 de julio se cumplirán veinte años desde que se pusiera la primera piedra de las obras de rehabilitación de las viviendas del Cerro del Moro. Sin embargo, a fecha de hoy, y con diez años de retraso, el barrio todavía no conoce cuándo se dará por finalizado el proyecto, aunque muchos vecinos ya

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Veinte años no son nada, como dice el tango argentino. No en vano, son veinte años de dimes y diretes de crisis, no crisis y nuevas crisis… Veinte años desde que se pusiera la primera piedra para la rehabilitación integral del barrio del Cerro del Moro en Cádiz y ya va por diez años de retraso. Un barrio que hace cuarenta años se levantó a reclamar su identidad, que no quería ser la escombrera de nadie. Un barrio que soportaba como la vía del tren lo marginaba del resto de la ciudad y que hoy, con el soterramiento ferroviario, “ha conseguido cambiar”.

  Julia Sánchez, presidenta de la Asociación de Vecinos Claridad del Cerro del Moro, sigue esperando el día en que el barrio esté cien por cien rehabilitado. Comenta con pesadumbre que esto “va para largo”, y se lamenta de “todo el trabajo que costó que se pudiera vivir en el barrio y que todavía se sigue cayéndose a pedazos”.

Y es que desde hace casi un año, los vecinos esperan con ansiedad la llegada de los propietarios de la VIª Fase de construcción de las obras. Un edificio que se encuentra abandonado y que, en los últimos días, ha sido mostrado a los propietarios de las casas.

“No sé para qué  les enseñan los pisos a los vecinos, lo que tiene que hacer es dárselos ya”, ironiza la presidenta de la entidad vecinal.

Veinte años se cumplen de aquella primera piedra que colocasen tras los acuerdos firmados de la Junta de Andalucía y el entonces alcalde socialista Carlos Díaz. Por aquel entonces, la empresa pública, Procasa, se encargó de realizar las tres primeras fases de las ocho totales. “Entre los años 92 y 99 entregamos las casas a buen ritmo”, comenta Manuel Borrego, representante entonces de la empresa, quien sostiene con alegría que “incluso nos dieron el Premio Nacional de la Asociación de Promotores Públicos, por el buen trabajo realizado”.

Un trabajo que se paró cuando cambiaron las competencias. En el año 2000, un decreto de la Junta de Andalucía le hacía responsable de la construcción de las cinco fases restantes y “todo se complicó”, según Borrego. Así, con la única responsabilidad de la administración regional, se fueron acabando fases tras fases hasta llegar a la VI, donde se ha enquistado el proyecto y el conflicto se agrava. El bloque de pisos de esta fase se encuentra acabado y con la licencia de habitabilidad, sin embargo, “no sabemos por qué, todavía no se han entregado a los propietarios”.

La última reunión con los vecinos, por parte de la delegación, se llevó a cabo hace un par de lunes, donde se debatieron, entre otros asuntos, el tema de la seguridad. Y es que los vecinos que ya se están yendo de la casas de la séptima fase, siendo realojados en la zona de Astilleros, pero son muchos los que van quedando.

Seguridad vecinal
Por ello, Sánchez  denuncia que “se quedan vecinos aislados en bloques abandonados y esto puede acarrear muchos problemas”. Las viviendas se quedan vacías, pero algunos vecinos todavía permanecen en otras. La solución pasa por “entabicar y cortar el agua y la luz”, algo que la presidenta lo ve “imposible”, porque “no pueden cortar los servicios individualmente, tienen que hacerlo por la general y no van a dejar sin ellos a las familias que todavía están viviendo en las casas”.

Para Sánchez la situación de crisis actual es “muy mala” y “nadie sabe lo que cualquiera puede hacer, no ya del barrio, sino de otros sitios que vengan”, recordando con tristeza que ya hubo problemas, en la cuarta fase, “donde asesinaron a una persona por falta de seguridad”. Como sentencia clara la vecindad pide “una solución lógica, porque esos vecinos no se van a quedar abandonados a su suerte”.

El problema va más allá, ya que hay vecinos que han pasado a ser propietarios y “ahora cuesta mucho dar un piso a una persona que ya no es inquilina sino propietaria”. También hay muchos problemas con vecinos que han fallecido y sus familiares están inmersos en “líos de herencias o hipotecas”. Para Sánchez son casos especiales “que deberán darle una solución común”.

Tanto Procasa como la asociación vecinal se descargan con dosis de ironía e indignación a preguntas de este medio, cuando hablan de que “cuando terminen las obras se habrán muerto más de la mitad de los vecinos” o “cuando acabe habrá que empezar por la primera fase nuevamente”.

Dos zonas divididas
Basta caminar por las calles del barrio para encontrar una parte moderna abierta a la ciudad y conforme se llega más lejos se halla todavía un edificio en ruinas, destrozado por el paso del tiempo, agrietado y falto de unas condiciones higiénicas saludables. Calles levantadas, farolas que no encienden, aceras rotas… el tiempo se paró en Alcalá del Valle. Un edificio donde muchos vecinos tienen más que hechas las maletas “pero nadie nos llama”. Es el caso de una vecina de un bajo.  

Pepi Carrión vive con seis personas más, incluida su madre, de 84 años, quien dice sentir miedo “porque la casa se nos venga encima cualquier día”. Curiosamente, desde su ventana, ve el nuevo bloque de pisos que pertenecen a la sexta fase y siente “envidia de poder estar dentro”, pero a pesar de todo “no voy a volver al barrio porque no soporto una nueva mudanza”.

Su casa se halla con grietas por todas partes, “los azulejos se están cayendo, el cuarto de baño está todo abierto”. La vecina, con lágrimas en los ojos, describe como le ha “echado mucho dinero” a una casa de 50 metros cuadrados “que se cae a pedazos”.

Otro caso parecido le ocurrió a un vecino suyo que, después de arreglar la solería, “se le vino abajo y tiene un socavón en el salón”, lo que supone un “nido de infecciones”, ya que puede ver hasta las aguas residuales.

Son casos de un edificio que espera la llamada para trasladarse a un nuevo lugar, algunos, como es el caso de la familia Carrión, se quedarán, aunque otros sí que volverán al barrio.

Los vecinos y, en su representación la asociación vecinal, se hallan esperanzados porque “no vamos a tirar la toalla” y seguiremos luchando “por los que pasaron, los que siguieron, los que seguimos y los que seguirán”. Veinte años no son nada, pero para el gaditano barrio del Cerro del Moro se ha convertido en una eternidad. Una rehabilitación que acumula casi diez años de retraso.

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