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Ronda

Más de veinte concejales abandonaron o renunciaron a su acta en menos de diez años

En la mayor parte de los casos se alegaron motivos personales para esconder serias disputas y tensiones internas. Sólo en esta legislatura, 14 cargos electos renunciaron, la mayoría tras el caso Acinipo. Daniel Harillo fue el único concejal que se marchó hasta dos veces

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La alcaldesa de Ronda daba por zanjada la última crisis de Gobierno, muy profunda pese a la imagen de serenidad que han ofrecido los actuales munícipes, tras que Ángel Vázquez jurase su cargo, la semana pasada, como concejal del Ayuntamiento de Ronda. Su llegada vino claramente a calmar la situación en el seno del grupo andalucista, que pudo acabar destrozado de no ser por la repentina marcha de Harillo. Éste fue claro, y habló de profundas diferencias con Isabel Barriga; de “puñaladas traperas”. El Ayuntamiento se apresuró a apuntar “motivos personales” con sendos comunicados de prensa que, en este caso, difícilmente pudieron esconder los motivos reales que no dudó en hacer públicos Harillo. Pero la suya no ha sido sino la última página de una muy convulsa historia reciente de Ronda. Y es que en los últimos nueve años, en poco menos de una década, se han marchado de la política o renunciado a sus actas de concejal hasta veinticuatro cargos electos.
Esta legislatura, con diferencia, ha marcado diferencias. Tan sólo el caso Acinipo, que acabó dinamitando el PSOE, provocó cuatro dimisiones directas, las de Antonio Marín Lara, Francisco Cañestro, Rafael Lara y María José Martín de Haro. Pero es que renunciaron a hacerse con su acta hasta siete antiguos andalucistas. A ellos, hay que sumar la marcha de Rafael Ruiz, que vino desempeñando la labor de portavoz de Izquierda Unida las dos últimas legislaturas. Habló de motivos personales, si bien a nadie se le escapó lo difícil que le resultaría hacer oposición a Mari Paz Fernández, compañera de batalla durante años. Razones personales también esgrimió el popular Manuel López, quien convertido en concejal tras años de apoyos al Partido Popular, prefirió dejar su acta. Se habló de duros enfrentamientos, ciertamente personales. Y después llegó la marcha de Harillo.
Curiosamente, salvo estos tres últimos años, el resto de dimisiones estuvieron vinculadas a la presencia de Antonio Marín Lara al frente de gobiernos en la ciudad.
Así, poco antes de convertirse el ex andalucista en alcalde, en 2004 renunció a su cargo quien entonces era máximo responsable de la ciudad, el socialista Juan Benítez. También motivos personales. Pero no pasaron unos pocos meses y Marín Lara impulsó la moción de censura.  Antes había dimitido Bartolomé Nieto (PSOE), quien se marchó poco después de Benítez, cuando se había anunciado el proceso de renovación del Plan General, asegurando que su compromiso municipal sólo se debía a un alcalde ya dimitido. Y poco después se marchó a trabajar a Málaga Remedios Ruiz, quien fue el luchador rostro de Izquierda Unida aquellos años en Ronda. Incluso José Herrera abandonó su cargo.
Y tras las elecciones de 2007 Marín Lara volvió a pactar con el PSOE. Y por el camino quedaron la candidata de consenso del PSOE en aquellos comicios, Ana Fuentes. Sus diferencias con Marín e incluso con su grupo parecían estar tras su marcha. Aguilera, que tuvo que lidiar en el Gobierno con quien la expulsó de la Alcaldía en 2004, abandonó también el barco; la Junta de Andalucía la convirtió en directora general. Barriga y Harillo también se marcharon; estaban entonces junto a Marín Lara. Así como Francisco Harillo. Y de manera sonora, sin tapujos, dijo no soportar los aires del ex alcalde la socialista Maribel Morales, quien no dudó tampoco, tal y como hiciera recientemente Harillo, en confesar los motivos reales y sus continuos enfrentamientos con el entonces regidor. Se dio una circunstancia tras su marcha: en sólo una legislatura, la concejalía de Turismo, una de las más importantes de Ronda, llegó a tener cuatro concejales en unos pocos años: Begoña Chacón, que fue cesada; Aguilera, que se marchó, como se ha dicho; Morales, misma situación; y finalmente Francisco Cañestro.  
Esta es la historia de una casi década. Convulsa, sin dudas, y que ha puesto de manifiesto la inestabilidad en la política rondeña, sustentada sobre los cimientos de unos partidos que han evidenciado su fragilidad. RONDA SEMANAL adelantó el hartazgo de la sociedad rondeña ante tal situación, incomprensible especialmente estos años de crisis económica, adelantando hace algunas semanas el nacimiento de partidos independientes. ¿Nacerán esos grupos? ¿Quiénes estarán tras ellos? ¿Son realmente la solución?
Todas estas incógnitas están abiertas, ante una sociedad, la rondeña, no menos cambiante, y donde existe también una importantísima bolsa de votos que fluctúa sin parar entre opciones y aventuras políticas de toda índole.

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