Stoker’ es una película llena de luz: de amplios paisajes soleados, de colores, de brillos. Pero narra una historia oscura. La trama engaña desde el principio al espectador. Por tanto, se trata de buen cine. La cinta arranca lentamente, con los protagonistas hablando con la suavidad de un susurro. Pero pronto se ve que detrás de la dolorosa armonía que sigue a la muerte en accidente de circulación de Richard, marido del personaje interpretado por una extraordinaria Nicole Kidman, se esconde un misterio. Parece, en los sensacionales primeros planos, en las miradas de los protagonistas, que simplemente se trata de un duelo amoroso a tres bandas, de un trío cargado de secretos entre los personajes que encarnan Matthew Goode, el hermano del fallecido, Nicole Kidman, y su hija, una superlativa Mia Wasikowska, la joven que interpretó a ‘Alicia en el país de las maravillas’ y en ‘Stoker’ refleja en sus ojos las tinieblas de los comportamientos más oscuros del ser humano. El director, el coreano Park Chan-wook, rinde homenaje a Hitchkock, o se convierte directamente en Hitchcock. Pero en un Hitchcock desmesurado, desbordado, barroco. En todo caso, brillante e interesante. Porque la película, que al principio casi pudiera parecer teatro filmado, por su quietud, en el que los actores paladean cada sílaba que pronuncian, como si estuviesen rezando, luego avanza, siempre de manera sosegada, hacia lo que George Simenon hubiese llamado la mente del asesino.
Todo se va complicando en la trama hasta la irrupción del crimen, pero el asesinato aparece como algo natural, como una de las bellas artes, con lo que puede tener de obra maestra y de erotismo. Un crimen puede resultar estético y necesario, así lo cuenta el director, y lo hace con cuidado, con precaución, como advirtiendo al espectador que en lugar de a una película está asistiendo a una pesadilla. La influencia de Hitchcock está en la escena de la ducha, en las numerosas tomas verticales, en algunos momentos subrayados por la música. Mattew Goode aparece como el chico tímido y misterioso con un bíceps como un queso de bola que irrumpe en la vida de la madre y de la hija que quedan atrapadas por el deseo. Luego, el gesto de Mattew Goode se convierte poco a poco en el de Anthony Perkins en ‘Psicosis’. Porque, al igual que aquella inolvidable película, ‘Stoker’ explora los rincones más siniestros del alma humana.
La escritura perpetua
El alma oscura
El director, el coreano Park Chan-wook, rinde homenaje a Hitchkock, o se convierte directamente en Hitchcock. Pero en un Hitchcock desmesurado, desbordado, barroco

- Luis Eduardo Siles
- La escritura perpetua