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La Gatera

Silencio

Me confieso una gran enamorada del silencio. Pero de un silencio selectivo, el de la palabras dentro de mi casa...

Me confieso una gran enamorada del silencio. Pero de un silencio selectivo, el de la palabras dentro de mi casa. Me aclaro: no me molesta la música alta de los vecinos ni el ruido de los coches al pasar, lo que estorba en mi vida cotidiana es el revoloteo de las voces que me interrumpen el pensamiento. Es un gesto egoísta y caprichoso, pero en el pequeño reino que hay detrás de la puerta de mi casa mando yo, y lo siento mucho, a mí ahí me sobran las palabras inesperadas. Por ello la banda sonora de mi hogar es una mezcla de música y algún que otro ronroneo. Un silencio decorado, pero silencio al fin.

Les aclaro este amor por un tipo de silencio concreto, porque hay otro tipo de silencio que aborrezco. El silencio que estamos pagando entre todos. Ese silencio cobarde que tiene precio, precio en euros y precio en dignidad. El silencio de quien sabiendo que alguien a su lado es un sinvergüenza, calla, mira para otra esquina y sigue caminando.

¿Por qué lo hace? ¿Porque comparte principios o la falta de ellos? ¿Porque cree firmemente en la absurda máxima de que el fin justifica los medios? ¿Porque la política es un juego de tiras y aflojas para construir la verdad? ¿Porque se cree con el derecho de mirarme a los ojos, a mí, a usted, a cualquiera que le increpe y llamarnos ingenuos por pensar que existe un mundo donde la honradez pueda ser una forma óptima de vivir?

No lo sé, no sé que lleva a un gobernante a mirar a otro lado cuando ve que una parte de su partido se está pudriendo, pero no se me agarren a la brocha de las siglas, que aquí no hablamos de políticos, hablamos de estafadores. Y no me sirve la coartada de la avaricia, ni la de la erótica del poder. Hay más avaricia y más poder (erótico y casto) en el mundo empresarial y no se expone uno a que le llamen sinvergüenza desde cualquier barra de un bar por una tapa de ERE o de SMS.
Pero por otro lado, ¿y nuestro silencio? El suyo y el mío. ¿A qué se debe? ¿Qué nos hace callar frente a todas estas infamias? ¿Hastío, desesperanza, miedo…?

Decía Luther King que esta generación se iba a lamentar menos de los crímenes de los perversos, como del tremendo silencio de la gente buena. Estoy de acuerdo, porque los que tenemos el ADN de la honradez tenemos mayor obligación de romper ese silencio, así que hagámoslo.

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