Róbert Csorba, de 27 años y su hijo Robert de 5, fueron asesinados por unos individuos que previamente les atacaron y quemaron la chabola donde vivían en la aldea de Tatárszentgyörgy, un hecho que se suma a la cadena de violencia desatada contra esta etnia en los últimos meses.
En el entierro participaron miembros de todos los partidos políticos con representación parlamentaria, así como de numerosas organizaciones sociales, culturales y otros personajes de la vida pública magiar.
Así, la ceremonia se convirtió en una manifestación contra la violencia y transcurrió sin incidentes, gracias también a la vigilancia de decenas de personal voluntario.