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La Gatera

Esperanza

Escribo esto acompañada de la banda sonora de la esperanza, que no es otra que el soniquete de los niños de San Idelfonso que cantan alegremente esa canción que todos los años tiene la misma música pero distinta letra. Millones de españoles miran un trozo, o varios trozos, de papel envueltos en la l

Escribo esto acompañada de la banda sonora de la esperanza, que no es otra que el soniquete de los niños de San Idelfonso que cantan alegremente esa canción que todos los años tiene la misma música pero distinta letra. Millones de españoles miran un trozo, o varios trozos, de papel envueltos en la luz de la esperanza. Porque el 22 de diciembre también es el día de la Esperanza.

A algunos el foco de esa luz los iluminará directamente o por lo menos un poco, y entonces vendrá el momento de las sonrisas y el champán en vasos de plástico.  Y otros se consolarán mirando a su alrededor y pensando que otra vez será.

Pero yo quiero hablarles de estos otros, de los que apagan la tele y dicen que  "lo importante es la salud y a mí me toca la lotería todo el año con mi familia". Verdades que aunque nos parezcan cursis y en estos tiempos de necesidad absurdas, caen por su propio peso.Yo soy una de ésos. Probablemente como usted ¿Verdad?

A servidora le tocó la lotería de la Esperanza un 12 de junio de 1972, en el que, estando sentada en el pupitre, llegó mi hermana Mari Carmen a decirme que había nacido nuestra hermana. Era un lunes, las nueve de la mañana (siempre puntual a la hora de trabajar) y venía al mundo una de las mujeres más brillantes que conozco y a la que más admiro. Yo tenía siete años e inmediatamente me puse a su cobijo. Al cobijo de la niña que siempre entendió que su hermana necesitaría su fuerza para caminar por un mundo que le era extraño y cruel.

No regala una palabra que no merezcas y lleva la sinceridad bordada en los labios, con el sentido del humor más ácido e inteligente que pueden encontrar. Quién lo probó lo sabe, decía Lope de Vega, y así es en esta pequeña gran mujer. Pero fiel a una casta de mujeres fuertes y valientes, ocultan un corazón con capacidad para todo el que llame a su puerta. Y detrás de los ojos más hermosos que me han mirado, hay un bosque de imaginación y creatividad, que se traduce no en textos, sino en una verdadera ingeniería empresarial para que Jirones de Azul sea lo que es.

Por eso, déjenme hoy que sucumba a la evidencia, y les hable de mi lotería personal, de esa que cada 22 de diciembre, cuando arrugo los décimos y los tiro a la basura, me hace descorchar el champán y sonreír esperanzada.

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