La Federación de Arroceros de Sevilla han reclamado este miércoles a las administraciones amparo "urgente" y prudencia ante el proyecto de dragado del Guadalquivir, al tiempo que insisten en que no están en contra de la modernización del puerto ni del dragado "siempre que se realice considerando las necesidades de los arroceros en la calidad del agua, su papel como despensa de Doñana y motor de la economía en municipios de ambas márgenes del río".
En un escrito el presidente de la federación, Juan Cuquerella, señala que los arroceros son "unos magníficos agricultores de regadío", que pagan "más que nadie" por regar sus campos y se sienten "muy orgullosos" de ser los arroceros "más respetuosos con el medio ambiente y productivos del mundo".
"Para llegar a lo que somos en la actualidad, los arroceros no hemos contado con la ayuda de nadie. Esto se consiguió con mucho valor, trabajando muy duro, arriesgando todo y sufragando íntegramente la transformación y saneamiento de una inhóspita e insana marisma, en un productivo terreno, que propició la aparición de nuevas poblaciones y afianzamiento de, tan necesitados a día de hoy, puestos de trabajo", ha subrayado.
Así, ha indicado que un dragado de profundización severo afectaría "sin duda" alguna al*régimen hidráulico del río. "Es*previsible que el tapón salino se desplace río arriba, y provocando un aumente de la salinidad media del estuario, lo que es un hecho de gran relevancia, porque la salinidad y la dinámica del tapón salino son factores esenciales para el sistema de riego del arroz e invalidaría las tradicionales estaciones de captación de agua del río y sus canales, que posteriormente distribuyen a nuestras parcelas", ha advertido y a lo que ha añadido que esto "obligaría sí o sí" a reinventar íntegramente el sistema de riego tanto*a nivel de parcela, como a la distribución principal.
La federación también ha destacado que el Puerto se encuentra "en una dramática encrucijada tras construir una esclusa antes de tener estos parámetros meridianamente claros". "Ahora se le agotan unos plazos que tenían que haber calculado desde el minuto número uno en el que se planteó una obra de estas características", ha criticado.
Ante esta situación, los arroceros han señalado que no son responsables de la situación del Puerto y no tienen que ser ellos los que paguen "esa falta de previsión y humildad". "Alguien tendrá que responder por esta ausencia de previsión, que se convierten en aterradoras inversiones por amortizar y posiblemente, la causante de futuras e innecesarias aperturas de causas judiciales", ha señalado. "No hablamos de corrupciones, ni ilegalidades, sino de eficiencia y eficacia en la gestión de tan ingente cantidad de recursos públicos", subraya.
Así, los arroceros demandan información, técnica y económica, sobre el proyecto de modernización del sector arrocero después de constatar que "los datos de que disponen han aparecido enormes variaciones que plantean serias dudas para su ejecución; continuas variaciones del trazado, necesidad de restauración de canales absolutamente desechos y abandonados (casi 30Km) que no se contemplan en el proyecto, y el factor importantísimo a tener en cuenta, que el sector arrocero de Sevilla tendrá que seguir dependiendo del río Guadalquivir, tanto para la operación de llenado de sus tablas, como el riego final del cultivo antes de su recolección, ya que ambas operaciones de riego no pueden realizarse mediante la nueva estructura", lo que, según afirma, condicionará a la Autoridad Portuaria de Sevilla en el uso del estuario.
Por último, ha señalado que el sector se ve obligado a ser "extremadamente" cautos con cualquier tipo de inversión, siendo prioritario "definir oficialmente los costes por hectárea final, incluyendo todos los epígrafes que sean necesarios, fechas de inicio, finalización y puesta en marcha de las obras".
"Reconozcamos cada uno nuestros propios errores, capitalicémoslos, abandonemos nuestros orgullos taifistas y empecemos a mirar hacia el futuro con perspectiva, empatía y sin la necesidad de la muy antigua, y lamentablemente arraigada costumbre nacional de destruir al vecino y su casa, para ampliar la propia", ha cerrado.