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Arcos

Una sonrisa

"Nos pasamos la vida buscando en los telediarios noticias que nos salven la vida, que nos la alegren, y no nos damos cuenta de que a lo mejor la gran noticia del día, el gran sobresalto de alegría, están en la sonrisa generosa y limpia de alguien que se para a hablar con nosotros en mitad de la call

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Nos pasamos la vida buscando en los telediarios noticias que nos salven la vida, que nos la alegren, y no nos damos cuenta de que a lo mejor la gran noticia del día, el gran sobresalto de alegría, están en la sonrisa generosa y limpia de alguien que se para a hablar con nosotros en mitad de la calle.
O en mitad del Paseo, que es donde nos encontramos el otro día con M. Dejémoslo en la inicial de su nombre. M. perdió un hijo adolescente hace unos años, así que podemos imaginarnos su dolor, su desesperación y sus preguntas sin respuestas. No puede haber nada más doloroso, y eso lo sabemos todos los que somos padres, que perder a un hijo. Pero M. demostró su fortaleza desde el primer momento. Ya en el entierro del hijo la vimos tratando de consolar a los amigos del muchacho, y luego hemos seguido su dolor sorprendidos de su ánimo indesmayable, de su capacidad para envolver su dolor en sonrisas para que los demás no suframos por ella.


Mientras hablábamos en el Paseo –venía, según nos dijo, de almorzar con unas compañeras del trabajo- yo me miraba en su sonrisa y caía en la cuenta de que el dolor por la pérdida de alguien querido nos puede convertir en unos resentidos, en unos tullidos del alma, o nos puede convertir, como en el caso de M., en seres ennoblecidos y dignos, empeñados en entregar a los demás todo el amor que nos rebosa del corazón.


M. perdió a su hijo, y lejos de arrinconarse en la soledad de su herida, se dedica a entregar su amor de madre a niños de familias desestructuradas que andan en hospicios, casas de acogidas y otros centros. Los acoge en su casa, los cuida y, sobre todo, les entrega el sol de su sonrisa para que los niños sepan que en el mundo hay dolor, pero también ternura, y manos que te acogen.
M. no saldrá nunca en los telediarios, pero noticias como su sonrisa noble, de mujer que sufre, son capaces de cambiar el mundo. Lo que ocurre es que tenemos que fijarnos bien, estar atentos a estas pequeñas grandes maravillas que nos enseña la vida cualquier tarde, en mitad del Paseo, saludando a una amiga de hace ya muchos años.

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