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El Puerto

Turismo busca su concejal ideal

La lupa, puesta más allá del edil de turno, el Área muestra una preocupante incapacidad para ofertar una real, clara y apuesta turística

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  • Ángel Quintana -

Un año de legislatura y el Ayuntamiento portuense ya ha dado a conocer a un nuevo responsable para la Concejalía de Turismo. El segundo. El defenestrado es Ángel Quintana y su sucesora Silvia Valera. Ambos socialistas.

La llamada a ser un referente dentro del motor económico de la ciudad, vuelve a buscar la redefinición que le haga ser un Área crucial en la búsqueda de nuevos ingresos y de diferentes atractivos de cara a atraer visitantes y turistas. 

La situación y la historia se repiten. Nada nuevo que no se haya dado anteriormente en una Concejalía que empieza a flaquear a las primeras de cambio. ¿Problemas de concejales, de estructuras, de técnicos, etc.? De todo un poco. No todos pueden ser incapaces.

En la reorganización de las distintas Concejalías y provocadas por el cese de parte del equipo de Gobierno, los movimientos no son ni de lejos sorpresivos ni debiera extrañar viendo los antecedentes y las maneras y maniobras que suelen acompañar a Turismo en los últimos años. 

El pasado 9 de mayo en estas mismas páginas se informaba y se adelantaba de las intenciones del propio alcalde, David de la Encina, en “ponerse serio” (titular que ilustraba la noticia) en la intención de frenar las críticas que empezaban a sacudir la gestión del socialista Ángel Quintana. 

La no concesión de las Banderas Azules fue la gota que colmó el vaso en una apuesta que se ha debido reconducir para intentar salir del atolladero. Había que frenar la tendencia negativa en un desgaste que ya empezaba a dejarse notar. 

Había que hacer cambios y había que hacerlos cuanto antes.  La cantada entonces como la primera víctima política encontró su salvación en su cese o cambio de responsabilidades ante la polémica suscitada con la firma de la licencia de obras de Pozos Dulces, y al posterior cese de los ediles de Levantemos.

Eso ralentizó y despistó por un instante, pero solo fue alargar un final predefinido. El tiempo ha dado la razón. La maniobra no pudo ser más oportuna para una decisión que empezó a engendrarse en la acumulación de actuaciones cuanto menos discordantes y enfrentadas.

La demora de las obras de la Plaza de Toros,  las disculpas públicas y obligadas tras reconocer no haber dicho la verdad en la reunión mantenida con los comerciantes de Valdelagrana. 

El gesto conciliador y de cara a la galería en reconducir la situación y la imagen encontró con el revuelo de su anterior socio de Gobierno, la válvula perfecta para demorar por un tiempo una decisión tomada desde hacía semanas.

Aun así, la nueva organización de las funciones de los ediles ha servido también para otorgar y repartir nuevas atribuciones a otros tantos que ven ahora como su rol es superior y de mayor compromiso. 

Una prueba más a superar y a intentar cambiar a base de gestos y de actuaciones que vayan en la intención de cambiar la dinámica.

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