Historia, Docencia e Investigación son tres palabras que la definen. Catedrática de Geografía e Historia, ha dedicado casi cuatro décadas de su vida a la enseñanza y se ha adentrado en la investigación, convirtiendo los archivos en su segunda casa. Es la primera mujer que ocupa la dirección del Instituto de Estudios Giennenses (IEG), pero ya en 1998 se convirtió en la primera mujer elegida consejera numeraria del órgano autónomo de Diputación Provincial.
Adela Tarifa Fernández (1949) nació en Cádiar, en La Alpujarra granadina, pero su profesión la llevo a Úbeda, donde se afincó en 1980. “Me siento de donde nací, pero amo a Úbeda. Jaén te abre las puertas para siempre”, dice.
Como directora del IEG, defiende que tienen el centro de estudios locales mejor digitalizado. Quiere consolidar la proyección y presencia del IEG en la provincia, dando mayor protagonismo a los pueblos, y también que haya más mujeres. Cuando ella entró eran tres y hoy son nueve. “Mi defensa es que hay que buscar capacidad y mérito”, espeta. Sobre la institución dice: “Mimamos la calidad académica y científica. Incidimos en lo que es más importante para la provincia. Somos sensibles a lo que la sociedad nos está pidiendo”.
Sobre Jaén, asegura que es una provincia “maravillosa”, un “territorio vivo”, y recuerda que los archivos hablan “de la importancia del antiguo Reino de Jaén para formar España”. Dice: “Es bella, con una historia y riqueza impresionantes, pero un poco olvidada”. Sobre la capital, señala que “es la gran desconocida de la provincia, a pesar de su patrimonio y una trayectoria cultural que pocas ciudades atesoran”.
La ciudad la enamora, y también su Catedral. Vecina de una ciudad Patrimonio Mundial, no pronostica qué pasará con la de Jaén. “Merece serlo. Es uno de los monumentos más importantes de Andalucía”, dice.
No tolera que la ciudad “esté perdida en medio de rincones abandonados”. Recorre el casco antiguo para llegar a la sede del IEG, en el antiguo hospital San Juan de Dios. “Cómo vamos a pedir al turista que se traslade a visitar nuestra sede”, se pregunta. De ahí que valore que Jaén merece un entorno más cuidado. “La palabra imposible sólo existe cuando no hay voluntad”, espeta.
Descubrió su vocación por la Historia en 4º de Bachillerato, por las clases de una profesora a la que siempre estará agradecida; y la docencia, en las aulas, recordando de sus 38 años como docente, su trabajo en el IES ‘San Juan de la Cruz’ de Úbeda. “Lo que más rejuvenece es tratar con jóvenes con ilusiones, y eso me lo ha dado la enseñanza”, explica.
Crítica con métodos educativos que no priman el esfuerzo, asegura que “hay que elevar el nivel en las aulas, para que sea acorde con lo que requiere la Universidad”. En un 2018 en el que la Universidad de Jaén cumple 25 años, dice: “Podemos estar orgullosos de nuestra Universidad, por la que hay que seguir apostando. Ha marcado un antes y un después”.
El archivo de Úbeda fue su puerta de acceso a la investigación, a su tesis doctoral. Encontró un fondo inédito sobre la historia de la Casa Cuna, de los niños expósitos de Úbeda, abriendo campos de investigación en Historia Social, de la Infancia abandonada, de la Marginación, el mundo de los colonos… “Cuando entras en la investigación, te consume. Son temas afines a mi sensibilidad. No es un mérito, disfruto investigando”, dice.
Y en ello sigue, dejándose la vista en archivos y hemerotecas. “La prensa es muy importante como fuente para escribir la Historia Contemporánea. La prensa de Jaén lo dice todo, otra cosa es que lo diga bien. El alma del pueblo está en la prensa”, dice la cronista de Carboneros.
Ninguna investigación le ha marcado como la “terrible historia de la discriminación femenina”. Experta en Historia de la Mujer, quiere la igualdad de oportunidades y de derechos. “A una mujer no se le puede pedir que sea una heroína, que sacrifique su vida, trabajo y pensión para ser madre. No aplaudo lo que tenemos. Las leyes no se cumplen”, afirma.
Tiene publicados más de una treintena de libros y centenares de artículos en revistas especializadas, como congresista. “No hay artículo en el que hable de la Historia, desde el siglo XVII, en el que no haya escrito de las infraestructuras. Ya eran una asignatura pendiente”, dice, denunciando que aún lo son en Jaén.