Quedan tres semanas para la celebración de las elecciones municipales y la sensación que pesa en el ambiente es que el electorado volverá a acudir a las urnas con el recuerdo aún muy presente de lo ocurrido en las generales, pero también bajo circunstancias personales muy diferentes que van a hacer fluctuar muchos de esos mismos votos hacia otras formaciones políticas, en función del candidato y de determinadas garantías o afinidades muy subjetivas.
De entre los 45 municipios que componen la provincia, las mayores incertidumbres se ciernen de nuevo sobre los más poblados, donde la nómina de partidos también es superior a lo habitual, lo que mantiene muy presente el recuerdo de los efectos de la fragmentación del voto, que va a condicionar del mismo modo los posibles escenarios políticos ante la escasa probabilidad de que se den mayorías absolutas, y que remiten asimismo a la opción de un gobierno de izquierdas o la de un gobierno de derechas, aunque en cualquiera de los dos casos las opciones pasen igualmente por el centro, de la mano de Ciudadanos, que puede ser decisivo a la hora de decantar la operación de un lado o del otro.
En primer lugar, por su creciente apoyo electoral, que aunque es poco probable que llegue a los niveles alcanzados en las autonómicas y generales a nivel local, sí le va a rendir un inevitable protagonismo; y, en segundo, porque ya ha advertido de que no pondrá muros, vetos, ni “cordones sanitarios”, a las demás fuerzas políticas ante la posibilidad de alcanzar acuerdos. El “no es no” de Albert Rivera a Pedro Sánchez, tras el que se oculta, dicen, una profunda enemistad personal entre ambos, no tendrá continuidad en el caso de las municipales, en las que la formación naranja tendrá libertad, si es necesario, a la hora de elegir, fundamentalmente, entre populares y socialistas, en función del resultado y la afinidad programática.
Ciudadanos va camino, pues, de convertirse en juez y parte de la configuración de algunos de los futuros gobiernos locales que saldrán de las urnas el 26 de mayo, y esa determinación le elimina de la ecuación del bloque de la derecha al que permanecía encuadrado hasta el pasado domingo. De hecho, la suma de concejales obtenidos por PP, Cs y Vox en cualquier municipio, caso de ser superior a la de los obtenidos por el bloque de izquierdas, no tendrá por qué ser la que termine conformando gobierno, si es que PSOE y Cs pueden alcanzar idéntica mayoría por su parte.
Uno de los municipios en los que podría hacerse más palpable esta situación es Jerez, donde en apenas cuatro años Ciudadanos ha doblado el respaldo de electores cosechado por primera vez en 2015. Fue en las autonómicas, donde sumó 12.034 votos. En las generales del pasado domingo llegó a los 24.469, convirtiéndose en la segunda fuerza más votada, por detrás del PSOE. En este sentido, la gran duda que se cierne ahora mismo sobre la candidatura que lidera Carlos Pérez es hasta dónde llegará la capacidad de músculo electoral de su formación en las municipales, ya que el único precedente hasta ahora refleja la tendencia de un descenso en las urnas: de los 12.000 votos de las andaluzas en febrero de 2015 cayó hasta los 8.000 en mayo de ese mismo año; como si el peso de la marca no fuese aún suficiente en unos comicios locales.
En cualquier caso, la tendencia refleja un ascenso a nivel local y una identificación palpable con la formación naranja, pero no es la única. También hay una tendencia favorable al PSOE, en la que se apoyarán durante estas tres semanas, y una negativa al PP, que el partido pretende superar dando más protagonismo a sus candidatos que a las siglas por su “crisis reputacional”. Lo interesante, en cualquier caso, será ver cómo resuelven sus diferencias y afinidades entre ellos bajo la poderosa influencia que puedan ejercer otros gobiernos supramunicipales en la búsqueda de los inevitables pactos que ayuden a pintar el mapa del color que más interese a unos frente a otros.