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Barbate

Fátima del Carmen presenta 'La rosa que creció en el ojo del huracán'

Al evento, presentado por José Diego Amores, asistieron Miguel Molina, alcalde de Barbate; y Juan Miguel Muñoz, delegado de Juventud

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  • Imagen del acto.

“Mi primer y nuevo proyecto, es una recopilación de los poemas que nunca me atreví a enseñar por miedo a lo que estaba sintiendo. Los poemas que escribí cuando estaba encerrada en un callejón sin salida del que tuve que salir rompiendo las paredes, gritando y liberándome del peligro que conllevaba caminar de la mano con alguien que era venenoso para mí", declara Fátima del Carmen Flores.

Fátima del Carmen Flores es una joven barbateña que, con tan solo 17 años, ha publicado su primer libro de poemas. Se define como lectora empedernida, y de ese hábito por leer es de donde ha nacido su pasión por la escritura “a mi realmente escribir era algo que nunca se me había pasado por la cabeza. Porque yo, desde pequeña, el único vínculo que tenía con la literatura era la lectura. Sobre todo, en el colegio, lo típico que los profesores animan a los alumnos a leer y mandan lecturas obligatorias. Lo que pasó es que, para mí, esas lecturas eran como un regalo y cada vez me estaba interesando más en los libros. Acabé siendo la única que iba a la biblioteca del colegio. Mas adelante, cuando empiezan a mandar los trabajos de escritura, fue cuando empecé a escribir cuentos. Yo era muy pequeña, pero en ese momento me di cuenta de que disfrutaba”

Con apenas 12 años, comienza a escribir sus primeras novelas, textos que nunca llegan a ver la luz porque, como ella misma explica “la verdad es que no tenían ningún futuro”. A partir de entonces, comienza a firmar sus escritos con el sobrenombre de otra alma en ruinas, seudónimo al que define como su yo poético.


En “La rosa que creció en el ojo del huracán” la autora refleja cuatro fases distintas de sí misma: “una Fátima ciega de amor, incapaz de ver los errores ajenos y acostumbrada a ver el amor como sacrificio y no liberación. Otra Fátima destrozada al verse más sola que nunca tras perder al que juraba ser “el amor de su vida”. Pero no era ese amor el que le faltaba, sino el propio. En la tercera parte se encuentra una Fátima llena de lamentos y reproches, que aún no ha olvidado el daño, pero está en proceso de ello. Y por último la parte más sana y estable de todas; la del amor propio. En la que aparece mi verdadero yo, libre, feminista, guerrera y consciente de lo que vale”.

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