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Hablillas

Miedo en español

Esta celebración se ha quedado entre nosotros sin posibilidad de traslado, con el truco o trato como seña de identidad.

Publicado: 09/11/2020 ·
01:42
· Actualizado: 09/11/2020 · 01:42
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Pasado el puente, este año ha sido imposible cruzarlo por las circunstancias sobrevenidas. La movilidad geográfica habitual se ha quedado en proyecto sine die y desde casa se ha echado mano al recuerdo, a las fotos de años anteriores, con charlas y risas por la alianza entre el momento y la casualidad. Sin reparar en esta opción se ha pasado en familia, como antes, como siempre. A veces las cosas ocurren sin querer, sin desearlas y a pesar de todo se puede encontrar el disfrute.

Este largo fin de semana disimula, hace años, el culto a nuestros santos primero y fieles difuntos después, porque se les adelanta la celebración de origen irlandés del final del verano y el comienzo del año nuevo celta. Asentada entre nosotros con carácter popular y oportunamente comercializada, también ha tenido su lugar, porque hemos recibido montones de mensajes con fotos de la sala de estar de nuestros contactos decorada para la ocasión, en penumbra, con las sombras estirándose en la pared por el titilar de las velas, con golosinas para endulzar o digerir mejor la película de una velada terrorífica, inimaginable en noviembre por lo hogareña.

Esta celebración se ha quedado entre nosotros sin posibilidad de traslado, con el truco o trato como seña de identidad. Por lo tanto, podríamos adaptarla dándole el toque español que le ha faltado durante este tiempo. Para ello sería necesario prescindir de la tecnología durante unas horas y recuperar algunos relatos de terror de nuestra literatura, dramatizándolos, rozando la declamación, incluso teatralizándolos, sin prejuicios por la privacidad. Qué mejor momento para releer en alto Maese Pérez el organista o El monte de las ánimas de Bécquer, o rescatar los de Pedro Antonio de Alarcón, Clarín, Galdós o Pío Baroja que también se interesaron por esta temática, sin olvidarnos de Thanathopía y El caso de La señorita Amelia, dos de los Cuentos fantásticos de Rubén Darío. Y si aún quedan más ganas de miedo en español, podemos cambiar el blanco y negro del libro por el de las Historias para no dormir del inmortal Chicho Ibáñez Serrador.

Hagamos esta etapa lo más llevadera posible. Estar en casa nos permite cambiar y hasta repetir las conmemoraciones dándoles un nombre propio y circunstancial. Aunque la reunión se reduzca a los moradores, es mejor tener a la familia aunque sea lejos que perderla.

 Ánimo y paciencia.

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