La pasada semana señalaba que con el pretexto de alcanzar la igualdad entre todos los alumnos, la nueva ley de educación o ley Celaá lo que en realidad hace es valerse del sistema educativo para favorecer el conformismo en el alumnado, al premiar la falta de esfuerzo y con ello penalizar el afán de superación.
Esto ocasionará, entre otras cosas, el progresivo descenso de la excelencia académica hasta igualar a todos por abajo.
Es cierto que – cada vez más acostumbrados a no reflexionar ni razonar – los alumnos suelen asumir sin rechistar la mayoría de las ideas que les han llegado a través del sistema educativo, pero este modelo educativo crea un terreno especialmente abonado para el adoctrinamiento, porque aleja aún más a los alumnos del sacrificio y esfuerzo que supone asumir ciertos valores y del trabajo necesario para lograr metas, lo cual facilitará que su atención pueda centrarse más en las ideas de progresismo sectario que pretende imponerles y que convenientemente les van a presentar como innovaciones necesarias para mejorar el entorno, ser más felices y lograr el éxito social.
La demostración más notoria de que unos gobernantes están aplicando políticas sectarias es que en vez de intentar convencer a los ciudadanos de las bondades de sus ideas tratan de imponérselas a toda costa y por cualquier medio. Es indiscutible que hay muchas maneras de imponer unas ideas, pero sin duda una de las más efectivas es valiéndose del sistema educativo, ya que los niños y adolescentes son más susceptibles a las manipulaciones y engaños que hayan sido disfrazados de hechos reales y verdades demostrables.
En el entorno escolar no solo se transmite al alumnado información y conocimiento, también se le educa favoreciendo que adquiera unos valores fundamentales para su desarrollo personal como ser humano y como ciudadano responsable que forma parte de una sociedad.
Además del colegio, el resto de la sociedad siempre ha tenido una influencia fundamental en la educación de los más jóvenes, pero actualmente casi ningún medio de comunicación ayuda a ello, en las redes sociales se da el mismo valor a los datos que a las opiniones y ambos fluyen tan rápidos que no da tiempo a reflexionar, además políticos y gobernantes no son precisamente ejemplo de buenos ciudadanos.
En este contexto, si en la escuela los valores que tanto necesitan los más jóvenes van a ser sustituidos por los que quiere el poder político, ya solo les queda su entorno familiar y la posibilidad de que sus padres o tutores elijan la escuela donde educarlos.
Pues bien, como todos sabemos, para impedir lo anterior la nueva ley educativa propone entre otras cosas eliminar los centros concertados. No olvidemos que según la ministra de educación los hijos no son de los padres. Sin comentarios… de momento. Fuerza y salud.
