Y es que ni los de antes ni los de ahora de dicha tormentosa cruzada, abanderados de esa osadía que otorga la ignorancia, no se percatan de que atacar al toreo es dejar indefenso al toro
Se nos ha ido pues no sólo el cantaor más 'herío', sino también un acaparador de sensaciones contradictorias, que a su vez, y con o sin disputas, no tenían más remedio que doblegarse ante su grandeza, la del ser humano y la del artista rebelde de sí mismo.