Quiero hoy presentarles dos misterios en torno a dos personajes muy diferentes en distintas épocas de la Historia, de su destino poco o nada se sabe…
El prisionero de la Máscara de Hierro
“Cae el 14 de Julio de 1789 en París y con él la fortaleza conocida como la Bastilla. Los rebeldes entran por los pasillos de la prisión. Corren ansiosos, gritando exaltados, eufóricos. Liberan a su paso a los pocos prisioneros que, en esos momentos, allí se encuentran.
Pero en una de las lúgubres mazmorras encuentran un esqueleto encadenado. Cubre su calavera una grotesca máscara de hierro. Durante un eterno segundo, la euforia de sus caras se convierte en horror y el silencio invade la estancia…”
Es el relato más conocido del prisionero que portaba la máscara de hierro y su enigmática personalidad.
La historia del hombre de la máscara de hierro comienza en 1698 cuando a La Bastilla, en París, llega el nuevo alcaide Bènigne D’Auvergne de Saint Mars. Era el 18 de Septiembre, sobre las tres de la tarde y con él un prisionero en cuyo rostro había una máscara de terciopelo negro, difería pues el hierro popular atribuido. Al llegar al control de prisioneros no se le toma el nombre, debía ser un prisionero importante por el trato que recibía y por proceder de otras cárceles de alta seguridad, encarcelado durante los últimos 29 años de su vida, vigilado personalmente por Saint Mars.
Durante su estancia en La Bastilla nadie vio su rostro jamás, no se estar en contacto con el exterior ni recibir visitas, no se le permitía estar con otros prisioneros e incluso había orden de matarlo si en su rutina diaria hacía algo fuera de los normal…
El 19 de Noviembre de 1703, a las diez de la noche, tras hacer enfermo, muere; inmediatamente se trató de borrar todo vestigio de su paso por la prisión parisina; se quemó todo lo que había estado en contacto con el enigmático prisionero y se le dio cristiana sepultura en el cementerio de San Pablo en cuyo registro parroquial se le puso el nombre de M. de Marchiel, de 45 años.
Hay varias hipótesis sobre la identidad del misterioso prisionero:
El hermano bastardo del rey Luis XIV de Francia, fruto de los escarceos amorosos de Ana de Austria (madre del rey) con el cardenal Mazarino.
El hermano gemelo del rey. El propio cardenal Richelieu habla de los dos hijos de la reina Ana de Austria, que nacieron el mismo día con horas de diferencia el uno del otro, siendo el primero aclamado como rey y el segundo oculto en secreto sin que trascendiera su nacimiento…
Esta última ha sido la hipótesis más atractiva, sobre todo para la literatura. Aquel niño al crecer tenía un gran parecido con el rey de Francia y fue enviado bajo el nombre de Eustache Dauger a Inglaterra donde la esposa de Carlos I, Enriqueta María, tía de su padre se afanó en educarlo de forma exquisita.
Estando en Inglaterra se enteró de su origen y, con 31 años, quiso reclamar su trono con la ayuda de Roux de Marsily, pero la suerte no les acompañó, Roux fue apresado y bajo tortura confesó, entonces el hermano gemelo del rey fue apresado y comenzó fu particular tortura de silencio… Se le trataba como a un personaje importante –como realmente era-, su rostro (para no ser visto y contemplar el parecido con el rey) era cubierto por una máscara de terciopelo y cualquier prisión de máxima seguridad parecía poca para albergar a tan insigne preso.
Sin embargo esto es sólo la hipótesis más aceptada; su identidad, parece ser, solo era conocida por el Rey Sol, Luis XIV, y Bènigne D’Auvergne de Saint Mars. Una historia entre la leyenda y la realidad que parece sacada de la imaginación popular y que podría esconder más verdad de la que imaginamos…
La desaparición de Amelia Earhart
Nació un 24 de Julio de 1897 en Kansas (EE.UU.), su nombre era Amelia Earhart. Sentía pasión por volar, su primer contacto con una avión lo tuvo cuando tenía sólo diez años, se dice que vio un avión que estaba en tal mal que no se sintió impresionada. Una década después, en 1920, acudió a una exhibición aérea y, en ese momento, supo que había nacido para volar.
Amelia Earhart era una mujer de carácter, no estaba sujeta a convencionalismos ni a las limitaciones o machismo de la sociedad y el tiempo que le tocó vivir, era de mente abierta, libre y apasionada en lo que hacía.
Admiraba a las mujeres que habían sido pioneras en distintas ramas del Saber, al punto que tenía un álbum con recortes de prensa que hablaban de las grandes mujeres de la Historia y los logros que consiguieron.
Un año después de aquella exhibición aérea a la que asistió, en 1921, comenzó a dar clases de pilotaje, para final de ese mismo año Amelia ya se había comprado un pequeño avión amarillo brillante de dos plazas al que dio el nombre de “Canarias“, sería con el aparato con el que alcanzaría, por primera vez una mujer, los 14.000 metros de altura, su primer record en la Historia de la Aviación.
En 1928, en el mes de Abril, le proponen cruzar el Atlántico, la primera parte de un gran proyecto. Aquello constituía un reto y Amelia aceptó teniendo como compañeros de aventura al piloto Wilmer Stultz y al mecánico Louis E, y en el gran proyecto a George Putnam, quién se convertiría en su marido tiempo después. Iniciaron su recorrido partiendo del puerto Trepassey, en Terranova, de allí hacía Burry Port, en Gales, invirtiendo 21 horas.
Al regresar a los Estados Unidos se encontraron que los estadounidenses los aclamaban como auténticos héroes por la proeza lograda.
En el año 1931 contrae matrimonio con George Putnam formando pareja laboral e íntima, en ese marco tan de aviación surge una nueva idea: cruzar el Atlántico en solitario. El primer intento se realiza en 1932, pero el vuelo debió ser anulado cuando volaba ya sobre Irlanda, aquel fallido intento tenía como destino París. Por aquel intento recibió la condecoración de parte del Congreso de los EEUU. Pero Amelia era mujer de ideas fijas y el 11 de Enero de 1935 logró un objetivo similar: cruzar el Pacífico en solitario, de Honolulu hasta Oakland, en California. Después otro reto: volar desde la México D.F. hasta Newark, en Nueva Jersey. En ese momento era ya un mito nacional.
Seguía marcándose retos y el siguiente sería el lograr ser la primera mujer en dar la vuelta al mundo, sería el año 1937. El 1 de Junio partió desde Miami junto a su asistente en vuelo Fred Noonan. El 29 de Junio volaban sobre Lae, Nueva Guinea; la siguiente escala sería la diminuta isla Howland al sureste de Honolulú.
El principal obstáculo de esta nueva aventura era no perderse y tener la ruta muy marcada en los lugares donde debía repostar. Así el viaje iba discurriendo con normalidad, la aviadora solía contactar frecuentemente con los guardacostas de los EEUU en alta mar y que iban marcando a Amelia la ruta a seguir, aquella última jornada, en la que desapareció, la meteorología no era la más idónea, era el 2 de Julio.
Despegó su avión con rumbo a la isla Howland, la comunicación la establecía con el buque de la Marina de EE.UU. “Itasca”, en el último mensaje comunica que el combustible se está agotando y que no localizan las referencias visuales estando a sólo 1000 pies de altitud (330 metros), tras ello la comunicación se interrumpió y no se volvió a retomar el contacto con la aviadora.
Se organizó una gran operación de búsqueda y rescate, no se encontró resto alguno de Amelia Earhart, su compañero o su avión. Agotados los días de búsqueda esta se abandonó el 19 de Julio para lamento de todos los admiradores de la aviadora y de sus proezas, EE.UU. vivía pendiente de tener alguna noticia positiva sobre Amelia.
Hoy día en la isla Howland hay un faro dedicado a Amelia Earhart e historiadores y buscadores se afanan en tratar de localizar el vestigio de su desaparición: restos del avión o restos humanos que puedan identificarse.
Como hipótesis que envuelve al misterio de su desaparición tenemos aquella que nos dice que Amelia se perdió entre aquellas islas, parecidas, y sin combustible se vio obligada a amerizar en una isla que no era la de Howland; otra de ellas nos habla de que fue secuestrada por el ejército japonés, trasladada a Saipan y encarcelada donde habría fallecido. La más conspiranoica nos dice que cansada del éxito regresó de incógnito a los EE.UU. para vivir de forma anónima.
Lo que ocurrió con Amelia Earhart es, actualmente, un misterio.