Las selecciones nacionales de fútbol de Marruecos y España se enfrentaron esta semana en los octavos de final del Mundial de Qatar. Vencieron los leones del Atlas tras la tanda de penaltis. ¿Con quién iba un servidor, de madre española y padre marroquí? Pues si he de ser sincero, y por no decir diplomáticamente que con ambas, quizás un poquito más con Marruecos por varias razones que van más allá a los sentimientos patrios o identitarios.
Quienes me conocen saben que patria, bandera o identidad, son vocablos que solo me despiertan desconfianza y temor. Aunque suene demagógico, mi patria es el mundo, mi bandera la transparente y mi identidad varía cada día e incluso cada hora. Las fronteras las marca mi corazón y el DNI ni se acerca al alma.
Dicho esto, iba un poquito más con Marruecos por romanticismo y esa extraña tendencia que tengo que apoyar siempre al que considero más débil, vulnerable e indefenso. Al igual que de chico quería que ganasen los indios y no los vaqueros. También quería que ganase Marruecos porque fui a ver el partido con mi hijo al bar de un amigo magrebí. El ambiente fue increíble de tal manera que era imposible no compartir la ilusión de ver clasificada por vez primera en la historia de los mundiales a una selección árabe, como así ha sido. Y también iba un poquito más con Marruecos porque sé la alegría que para mi viejo suponía esa victoria, mientras que mi madre pasa del fútbol como de la mierda.
Ok, hasta aquí todo correcto. Solo decir que si llega a ganar España también me hubiese encantado. De hecho, mi hijo, tras la euforia, me confesaba de vuelta a casa que si bien se lo había pasado en grande, también tenía un poco (mucho) de pena por España. Normal, conozco esas contrariedades, esas presuntas incoherencias… ¿Cómo alegrarse y a la vez entristecerse ante un mismo hecho? Yo ya lo superé… amo a mi madre y amo a mi padre, hay cosas de España que me flipan y hay cosas de Marruecos que me encantan. Aquí cambiaría algunas cosas y allí políticamente muchas. Hay españoles gilipollas y hay marroquíes imbéciles… Ser buena o mala persona no es cuestión de nacionalidad. Ni soy español, ni soy marroquí, en todo caso, desde hace años solo puedo decir que soy barbateño y me encanta serlo. Así que ya no me siento un hipócrita, un fraude, un tramposo, un doble vendedor, un simulador, un impostor, un engañador o un tartufo… me siento como me sale de los huevos cuando me sale de los huevos.
Seguimos. Ahora una confesión algo más íntima. También iba un poco más con Marruecos por justicia ‘divina’, por dar por culo a todos esos papanatas, simplones, bobalicones, zoquetes, necios, ignorantes, petulantes, engreídos, profanos, ceporros e incultos, que llevan años sintiéndose por encima de los marroquíes, llamándolos de forma despectivas ‘moros’, riéndose, mofándose, despreciando, a sus propias vecinos del sur. Quería que ganase Marruecos para ver la cara que se les quedaba a esos ‘pseudofachas’ que llevan años hablando de MENAS para invisibilizar el hecho de que estamos hablando de niños que están solos, sin padres ni madres, o que llevan años tachándonos de ladrones y violadores, para menospreciar, degradar y zaherir a millones y millones de personas, muchas de ellas con una historia de superación a sus espaldas digna de ser contada y alabada. Muchas de ellas viviendo lejos de la tierra que las vio nacer tras un periplo migratorio para huir de la miseria y ofrecer a sus hijos una vida mejor. Y lo han logrado, trece los componentes de la selección marroquí no nacieron en Marruecos, nacieron en España, Bélgica, Francia, Italia, Canadá… Y ahora son estrellas en equipos como el Chelsea, PSG o Sevilla, entre otros muchos.
Estos ceporros, que se vieron en la tesitura de querer perder porque odian a Luis Enrique pero a la vez no querían caer ante ‘los moros’, estuvieron los días previos al partido lanzando ‘memes’ y chistes que apestaban a racismo, con la Legión como alineación e incluso poniendo a los marroquíes como si fueran monos. Y estos ceporros, tras el partido, se pusieron a intentar vender que las celebraciones legítimas de los miles y miles y miles de marroquíes que viven y trabajan en España, eran ejemplo visible de la invasión, criticando incluso que españoles descendientes de marroquíes celebrasen la victoria. Ceporros que buscaban cualquier imagen para desprestigiar y si no la encontraban, pues se la inventaban. Ceporros que se quedaron flipados al ver que, exceptuando a los cuatro gilipollas de siempre y que no dependen de la nacionalidad, las celebraciones fueron cívicas y sin apenas incidentes… vamos que no se parecían en nada a las típicas hordas de hooligans británicos.
Y me resulta curioso oír a estos ceporros dudar de la nacionalidad española de los hjjos e hijas descendientes de marroquíes que en su día emigraron a este país, diciendo que el DNI no les convierten en españoles, sino la cultura, la religión, la historia y el idioma. Un argumento que usan muchos catalanes, vascos y gallegos para explicar por qué no se sienten españoles, y que los mismos ceporros replican, rebaten y contestan diciendo que son españoles porque así lo pone en sus DNIs. ¡De locos!. En fin, que ver la cara de esos ceporros bien merece una victoria de Marruecos y eso que solo se trata de fútbol.