Llegas a casa, abres la nevera, coges un vaso con hielo, vas a llenarlo de Coca Cola y ¡zas! Te destrozas la mano con el maldito tapón pegado a la botella.

Seguro que no hemos sido ni los primeros, ni los últimos que hemos blasfemado desde que en mayo de 2022 Coca Cola España decidiera adelantarse a una normativa de la Unión Europea e implantara los nuevos tapones que, más que pasiones, despiertan ira entre los consumidores.

La idea es que se reciclen y no se “pierdan” o acaben entre la basura orgánica.

Pero no, señores, un año después siguen sin gustarnos. No nos hemos acostumbrado. Y mira que somos de los que defendemos el cuidado del Medio Ambiente, pero el sistema es incómodo para abrir, para cerrar, para beber o para rellenar. Y, por más que la empresa se haya dedicado a contestar en redes sociales que “el tapón es fruto de una amplia investigación en innovación y diseño, desarrollado en nuestro Centro de I+D en Bruselas”, a los internautas mosqueados les sigue sin convencer.