Fue un hallazgo fortuito, ocurrido hace más de treinta años cuando una empresa buscaba un mineral de uso industrial, pero los yacimientos del Cerro de los Batallones, en Madrid, se han convertido en un filón para la investigación paleontológica y en un referente mundial por la cantidad y calidad de restos fósiles que están aflorando.
Los descubrimientos que se han sucedido durante las últimas décadas en estos yacimientos localizados en la localidad madrileña de Torrejón de Velasco han permitido reconstruir el medio natural de esta zona hace unos 10 millones de años (durante el Mioceno superior), cuando el paisaje era muy diferente al actual e incluía grandes cavidades donde se acumulaba agua dulce, y en cuyos alrededores se desarrolló una rica fauna de vertebrados.
Allí vivieron los populares félidos conocidos como "dientes de sable", hienas primitivas, "perros-oso", felinos pequeños, mastodontes, rinocerontes, jirafas de cuello corto, grandes tortugas terrestres y hasta especies emparentadas con el panda rojo; pero también numerosas aves, varios tipos de roedores o anfibios, y algunos de los animales que se han encontrado, descrito y caracterizado en Batallones son nuevos para la ciencia.
Una variedad y una diversidad que los investigadores responsables del complejo paleontológico justifican en un contexto climático y ambiental muy diferente al actual, caracterizado por un clima más cálido y que propició la existencia de extensas masas boscosas entre las que se desarrollaron praderas arboladas, un rico hábitat capaz de soportar la presencia de grandes y numerosos herbívoros.
Un volumen inmenso de información
Los directores de los yacimientos, Manuel Salesa y Pablo Peláez (investigadores del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC) han mostrado a EFE las excavaciones que se están realizando y los minuciosos trabajos para extraer los fósiles, y han destapado algunos de los restos que demuestran por qué el Cerro de los Batallones es uno de los lugares más interesantes del mundo para conocer el Mioceno superior y caracterizar la biodiversidad que había hace casi 10 millones de años.
"El volumen de información que están generando los yacimientos es inmenso", ha subrayado Salesa, y ha detallado que encuentran individuos juveniles, adultos y seniles de especies "muy raras" en aquella época y que en este lugar aparecen representadas por esqueletos completos, y aunque ya han descrito especies nuevas para la ciencia, todavía confía en que los trabajos revelen más sorpresas y animales que aún no se han catalogado.
Por eso los del Cerro de los Batallones están ya considerados como uno de los yacimientos del Mioceno más importantes del mundo, por el excelente estado de conservación de los restos fósiles que se están encontrando, lo que incluye esqueletos prácticamente completos, incluido el cráneo, una de las piezas que más información revela a la ciencia sobre la historia evolutiva de los vertebrados.
Y entre las peculiaridades de estos yacimientos, que lo diferencian de otros en el mundo, destaca la abundancia de carnívoros en algunos de ellos, como Batallones-1 (con alrededor del 98 por ciento de los fósiles), lo que constituye una anomalía, ya que este grupo no suele sobrepasar el 10 por ciento en los ecosistemas actuales.
Sin embargo, en otras de las cavidades, como Batallones-10, los herbívoros son predominantes, un hecho que permite tener una representación casi completa de la fauna que pobló esta zona en el Mioceno superior.
Manuel Salesa ha descrito el lugar -hace diez millones de años- como una zona con parches boscosos y un ambiente herbáceo en la que habitaban numerosos herbívoros que se alimentaban de las hojas de los árboles, arbustos y de hierba, junto a una importante comunidad de carnívoros de todas las tallas.
Una ventana al pasado
La explicación que los investigadores que dirigen las excavaciones atribuyen a esa elevadísima proporción de carnívoros en Batallones-1 está en el hecho de que esta cavidad actuó como una trampa natural, ya que muchos animales acudían a alimentarse o beber pero quedaban atrapados en el agujero y morían, y sus esqueletos han permanecido ahí, prácticamente completos, durante millones de años.
"La fauna era muy rica y diversa, y el yacimiento nos aporta información completa de la biodiversidad de aquella época", ha explicado Manuel Salesa, y ha incidido en que es infrecuente en el mundo recuperar esqueletos completos de jirafas de cuello corto, de hiparión (caballos primitivos), de dientes de sable, de rinocerontes o de perros-oso. "Nosotros los tenemos en Batallones, y por eso podemos decir que estamos en uno de los yacimientos del Mioceno más importantes del mundo".
Para Pablo Peláez-Campomanes, codirector de los yacimientos, el complejo del Cerro de los Batallones es "una ventana excepcional" para conocer el ambiente, la geología y la vida de hace unos 10 millones de años, sellados en los nueve yacimientos que se han encontrado hasta ahora y que representan uno de los registros fósiles de macrovertebrados del Terciario mejor conservados.
Cada verano se abre esa "ventana" en una nueva campaña de excavaciones, y decenas de estudiantes y de investigadores se suman a la rigorosa y meticulosa labor de recuperar esos restos fosilizados; una tarea que continuará durante meses con el trabajo de análisis y de catalogación en laboratorios y centros de investigación y que suministrará abundante información científica para radiografiar la biología y la geología de hace millones de años y su evolución hasta hoy.
Una empresa buscaba en el lugar la sepiolita, una arcilla natural muy utilizada en el sector industrial, pero los hallazgos paleontológicos permitieron alejar aquellas prospecciones y motivaron la declaración del Cerro de los Batallones como Bien de Interés Cultural por parte de la Comunidad de Madrid, que financia todos los trabajos de investigación que se realizan en los yacimientos.