Debo empezar diciendo que la gente no existe. Existen Pepe, Josefa, Paco, Petronila… Pero también es verdad que hay una mayoría de gente que es tonta del culo.
He leído en la prensa del manicomio que los italianos van a poner un impuesto especial a todo el que haga el canelo y vaya a la Fontana de Trevi a echar unas cuantas monedas al agua. Por lo visto, a los pies de esa fuente pides un deseo, tiras al estanque las monedas que quieras y se cumplirá el deseo que tengas en mente. Claro está que cuantos más euros tires, más se convertirá en realidad todo lo que pidas. Esa es la teoría. En la práctica es evidente que la gente es tonta y se desprende del dinero que lleva encima con una facilidad que espanta. También yo caí en la trampa y soñando cosas maravillosas solté un par de euros, los mismos que ya no podré recuperar por tonto. No les voy a revelar lo que pedí al tiempo que mis monedas volaban hacia el agua, pero han pasado varios años y todavía estoy esperando. No solamente mis deseos se han convertido en la nada más absoluta, sino que creo que ha sido peor pedirlos, porque ha ocurrido todo lo contrario a lo que esperaba.
Y ahora encima los italianos dicen que ya están hartos de turistas y que para ver la fuente van a tener que poner números como en la carnicería. De modo que nos meten un impuesto por hacer el candado y dejar allí una auténtica fortuna. Parece que el año pasado se sacó del agua de la Fontana un millón de euros. Pues todavía no están contentos con el tema, quieren más. Nunca se le había sacado tanto producto al agua corriente.
Y pensando, pensando, este loco ha pensado que aquí se podría hacer algo parecido construyendo la Fuente del Camarón de La Isla. Hay que tener en cuenta que la de Trevi mide 20 metros de anchura por 26 de altura, es la fuente más grande de esa ciudad y es más antigua que el frío; más o menos se remonta al año 19 a.C., que ya ha llovido (agua gratis), y era el eslabón final de un acueducto. Aquí se podría hacer un pedazo de Fuente en el antiguo y abandonado edificio de la Cruz Roja, en el que solamente Dios sabe la cantidad de ratas que tiene que haber a tenor de las que están apareciendo en algunos puntos de esta ciudad. Sería la mejor carta de presentación de La Isla. Escultores tenemos aquí de sobra para hacer esa cascada fantástica que representaría a Camarón, a Paco de Lucía, a Tomatito, a Chispa (para que las feministas no se enfaden), al Puente Zuazo… La cosa es no dormirnos en los laureles, porque Camarón que se duerme se lo lleva la corriente.
No vea la cantidad de gente que viene todos los días a la Plaza Juan Vargas a ver el museo del Camarón y su escultura con el niño. Vienen a miles payos y gitanos y se vuelven a ir con un sabor agridulce, pero, si se les asegura que se cumplirán sus deseos echando moneditas al estanque, aquello rebosaría de dinero. Incluso habría pasta suficiente para crear al menos dos puestos de trabajo. Por supuesto que habría que poner allí vigilancia total. Como en La Isla cada vez hay más perros, se podrían colocar dos buenos mastines uno en cada lado para que ningún amigo de lo ajeno meta las manitas en el agua.
Todo lo que he dicho podría ser una locura, pero no se llevará a efecto, porque aquí no hay agallas para hacerlo.