Hay que estar loco para no ir a probar ninguna de las 114 tapas que están apareciendo en el parque donde estaban los patos, que se llama así por no tener todavía un nombre normal que echarse a la cara. No quiero meter la pata y por eso para simplificar propongo que le pongan El Parque del pato. Se celebra allí la XX Feria de la Tapa, y los locos no tenemos por qué tapar nada de lo que pasa en La Isla. Esta Feria lleva ya 20 años tapeando, la organiza Acosafe y llegará un momento en que habrá que coger número para entrar en este Parque, puesto que aquello no es chicle para tanto personal. Esta Feria tiene una bonita historia como todo en la vida. La primera se celebró en la Plaza de la Iglesia, y la ropa que llevaba la tengo todavía secando en el manicomio del chaparrón que nos cayó. Eso lo puede contar con más detalles su presidente Manuel Luna, porque entonces se le cayó el cielo encima, nunca mejor dicho.
No cundió el desánimo y la Feria se fue de mudanza para la Alameda. Allí tuvo Acosafe que llevar calzadores para meter a todas las criaturas que querían probar las tapitas. Rebosaban las cabecitas hasta por todo lo alto del templete. Y ya por fin se encaminó hacia el Parque de donde no se ha movido, faltando solamente los dos años de pandemia, en los que no estaba la cosa para apretujones. Había tres premios, que se dieron ayer a las tres mejores tapas, y han participado doce establecimientos.
No tengo yo la cabeza preparada para hablar de cada una de las tapas presentadas al concurso, ni habría espacio en este Periódico para darles a ustedes sus correspondientes detalles. Por eso, en el patio del manicomio hemos decidido hablar un poquito del Primer Premio, para que se vayan haciendo ustedes el cuerpo, aunque debemos mencionar al segundo, que ha correspondido a Dejavier Tapería con una tapa para no olvidar de Pionono de carrilleras con crema de risketos, y al tercero que ha sido para la Fiambrera de la Salina San Vicente con su tapa Chocos con soja sobre bizcocho de calabacín y compota, hecha para deleite del paladar. Enhorabuena a ambas.
El Primer Premio correspondió a Yeyo Celebraciones. Aunque parezca mentira, la palabra Yeyo viene de Diego, pero que ha sido transformada por la boca de un nieto. Este Primer Premio sabe a Biblia. Me explico. Así como Yavé cogió barro, agua y seguramente vino para llevar a cabo un capricho divino e hizo nuestros cuerpos serranos con sus respectivas costillas, así Yeyo echó mano a la tostada y a la dulzura e hizo también una Tosta Capricho gaditano con brioche de tomate de Conil, cebolla morada marinada en Pedro Jiménez con emulsión de payoyo y mojama de Barbate. La tapa está para perder el sentío y volver a recuperarlo para seguir disfrutando. Se deshace en la boca, y entre el payoyo, el tomate, la cebolla, la mojama y el Pedro Jiménez, nos mete por la cabeza un aluvión de sabores que nos deja con ganas de comernos unas cuantas. Enhorabuena a Dieguito, inventor de esta tapa e hijo de Yeyo, y, si sigue en esta línea, el año que viene va a llegar la cola hasta el Zaporito.
Por otra parte y hablando de tapas, a ver si La Isla imita a otras muchas poblaciones, y en algún establecimiento de esta ilustre ciudad podamos disfrutar de la cervecita y de la correspondiente tapita gratis. Aquí te ponen en el mejor de los casos unas aceitunas que te miran como diciendo qué solas estamos. Sería un pelotazo.