Publicidad Ai
Publicidad Ai

Rota

LX Pregón: La historia de un paseo con Dios por Rota

Santiago Liaño expone una conversación íntima y cercana con Dios para reflejar su y devoción

Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

El LX Pregón de la Semana Santa de Rota ha sido impartido durante la pasada noche por Santiago Liaño, quinto Liaño en hacerlo, en el auditorio municipal Alcalde Felipe Benítez. Una historia contada desde el intimismo más real y cercano de aquel que procesa su fe día tras día. Liaño expuso un camino que desglosó a través de rincones icónicos de la Semana Santa roteña que evocaron al recuerdo de aquellos momentos inolvidades de cada salida procesional, de cada estación de penitencia de las diferentes hermandades.

Liaño rompió el respeto que procesa la figura todopoderosa de Dios para acercar a los asistentes a la virtud del hombre. El sexagésimo pregonero de la Semana Santa de Rota fue tan sincero que trajo consigo sus incertidumbres, miedos y preguntas a los pies del atril, junto al ramo de flores. Un pregón que se resume en una cita del propio Liaño: "Esta procesión que os he contado tiene solo un fin: en la Semana Santa de nuestra vida, de nuestra rutina, acompañamos a Dios por el camino que él nos dispone".

El auditorio al completo estaba de pie rezando un 'Padre nuestro' por los recientes pregoneros difuntos: Antonio Letrán y Manuel Liaño. El reloj marcaba las 20:40 cuando la Banda Maestro Enrique Galán interpretaba 'Siempre la Esperanza'. La selección de esta marcha no estaba sujeta a la casualidad y para explicar su razón de ser, Jesús Liaño, padre del pregonero, acudiría al atril a desempeñar su función de presentador: "en mayo de 2024, nuestro Papa Francisco introdujo el año jubilar 2025 con la bula papal de "la esperanza no defrauda", es decir, el jubileo de la esperanza, nombre que se le da a un año establecido como tiempo especial para renovar una bien fundamentada relación con Dios, con el prójimo y toda la creación".

Jesús Liaño contuvo la respiración con la mirada clavada al cielo como si aguardara una orden de alguien que no está en aquel espacio: "esta mañana he estado allí. Sí, a verte para darte las gracias por habernos transmitido la devoción a nuestra Virgen de los Dolores". El presentador resaltó varias virtudes esenciales que quedaron refrendadas por su hijo a lo largo del pregón: el valor de la familia, la importancia de los amigos y el peso de la fe. Así fue como un padre orgulloso de ver a su hijo contribuir al legado cofrade de su apellido no pudo contener su "gracias por ser mi hijo".

El presentador manifestó la fe, devoción y sentimiento cofrade de Santiago Liaño desde la cuna, su pasión por las cofradías a temprana a edad mientras jugaba con su hermana. Mostró esa vinculación en cada una de sus etapas vitales hasta la actual, aunque hizo una parada en un año concreto: 2018. Un punto de inflexión en la vida del pregonero de la Semana Santa 2025 puesto que partiría a más de 10.000km para realizar un voluntariado en la India. Un momento que describió a través de las palabras de su propio hijo: "sabía que tenía historias que curar en mi alma, sabía que tenía que ser yo, sabía que tenía que conocerme, explorarme, acercarme a lo más profundo de mí. Y ahí, cuando me olvidé de las expectativas  y miedos, del quiero y no puedo, del quiero y no quiero, del simplemente yo, fue cuando de nuevo Dios me abrazó".

El tiempo apresuraba y el pregonero aguardaba su momento. Su padre era consciente de ello, tanto que llegó a afirmar que "estamos preparados para salir". Una cita a la que continuó un contundente cierre de presentación que dijo así: "ya estamos preparados para salir, como siempre dispuestos y arreglados; como nosotros sabemos. Hoy eres una persona de fe y así lo será tu pregón, cargado de compromiso cristiano y de verdad. Dame un beso fuerte antes de salir, hijo mío. Santiago, toma tu cruz y sígueme. El atril es tuyo, pregonero. Seguro que tu abuelo te guía desde el cielo".

"Entonces Jesús le dijo: yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí vivirá, aunque muera. Y todo el que vive y cree en mí, no moriá jamás" fueron las primeras palabras entonadas por el LX pregonero de la Semana Santa roteña. Rápidamente Santiago Liaño acudió al recuerdo de su reciente difunto abuelo como "decano de los pregoneros". La importancia de la familia en Liaño quedó plasmada desde el comienzo pues no pudo resistirse a mencionar a sus padres como "el llamador, sudario y escalera"; a su hermana por ser "llama y guardabrisas" ante el viento; "y por último, el primero" mencionó dirigéndose al principal protagonista de la historia que sería contada.

Liaño emprendió su camino contado, su historia evangelizadora "sin un itinerario fijo", pero sí establecía una parada como "remanso perfecto" sin ser la meta de su mañana. Sus primeros pasos le llevan a atravesar la avenida de Sevilla, Plaza de La Cantera, calle Alcalde García Sánchez, calle Charco y Plaza de Andalucía en un camino tan suyo como su piel o su mirada o "tan mío como la certeza de que mío no es nada". Su peregrinaje hace un alto en el camino en la Plaza Bartolomé Pérez para desayunar y narrar las prácticas habituales de cualquier mañana hasta que retoma su camino al patio interior de la Parroquia de Nuestra Señora de la O. El pregonero ya dejó claro cuál era ese "remanso perfecto". 

Esa visita reflejó el tono y cercanía que Liaño mantuvo durante el pregón, y mantiene durante su vida, mediante su relación con Dios: una figura cercana, presente en su rutina, un amigo con lo que eso significa. "Voy a todas las capillas y pienso: "ahora voy a veros". Como si se trataran de personas, entes o seres diferentes. Como sino fueran el mismo Dios o la misma madre los que habitan cada uno de los altares" reafirmaba Liaño.

El pregonero mostró su estrecha relación con Dios porque "al final lo que tengo que hacer es venir a contarte lo que ya sabes". La complicidad, confianza y necesidad en estos diálogos eran una constante en la primera parte de su oración en prosa. Sin embargo, no todo fueron certezas: "hay veces que llegaré a verte y no estarás, o mejor dicho: yo no te veré". Y es en esos momentos en los que la insistencia y búsqueda protagonizan esta relación porque su ausencia la siente como una pérdida, como un deambular constante. Liaño aseguró que "tú eres mi sentido, mi verso eterno, mi compás más eterno. No existe nada sin ti. Mi Dios no hay final si doy mi vida, y a ti me entrego sin medida".

Liaño tejió una historia que recorría desde la Plaza de La Cantera hasta de nuevo al interior de la Parroquia de Nuestra Señora de la O, pasando por la Parroquia del Carmen, calle Veracruz, Caridad, Plaza Andalucía y Plaza España. Una historia contada con la sinceridad de quien anda esas calles cada día, con la certeza de mantener un diálogo alejado de la marabunta, con la esperanza y fe de ser correspondido por Dios.

Un pregón con grandilocuencia a la vez que sencillo, pero su mensaje estaba afilado como para afirmar que catolicismo y cofradía forman una misma idea inseparable, alzando su voz con contundencia ante aquellos que reniegan de esta visión: "las hermandades no podemos permitir que formen parte de nuestras coorporaciones personas que hagan apología pública de no creer en Dios, personas que dejan constancia de creer en Dios y no en la Iglesia". Una defensa pública de manifestar la creencia católica bajo una única bandera: "creo en Dios, creo en Jesucristo nacido de Santa María Virgen, la Santa Iglesia católica, la comunión de los santos y el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna".

En cada parada una manifestación de la Semana Santa roteña, unos versos anunciadores de cada día de la semana grande para los católicos acogido a un paseo de la mano de Dios un día cualquiera. Su entrada en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen le llevó a una contemplación directa del rostro ensangrentado y torturado de Cristo. Y esa representación del momento de la muerte de Jesús de Nazaret trajo a la mente del pregonero la siguiente pregunta: "¿será posible que estando ahí sin vida, yo sepa que estás más vivo que nunca?". Y fue en esa recreación donde el amor y la esperanza se funden en versos del pregonero que evocan indudablemente a la Hermandad del Lunes Santo: "la Esperanza hará que acierte y el Amor será mi camino".

Un camino que debía proseguir por la calle Calvario con un breve receso en el lugar del "mejor puchero del mundo": la casa de su abuela en la calle Santo Tomás. Y es en ese punto donde su mente se desplazó a un día inaudito para él, la noche del Martes Santo. Una noche que no sería descrita por Liaño sino por su primo Mario Muñoz, quien golpeó el atril hasta entres ocasiones, recreando la llamada de la puerta de la O. Muñoz continuó en la línea de las vivencias, cercanía y familiaridad en una conversación con su padre. Pretexto que le sirvió para mostrar donde "comienza el calvario de las promesas de un Martes Santo". Y como comenzó, terminó con un golpe seco, un abrazo a su primo para seguir por el recorrido.

El llegar a la cruz del Rompidillo le sirvió como reflexión del símbolo del cristianismo y como "metáfora de todo aquello que estamos a punto de rememorar". Y si Veracruz tiene una calle, también un color: el verde. "Podrán decirme que el verde, ese que sujeta mi cruz, no es roteño, pero la verdad, todos los que somos de alguna Hermandad de la Veracruz es como si fuésemos de una misma" aludía para acercar posturas entre su Hermandad del Lunes Santo de Sevilla con la roteña. Un momento que le llevó directo al Viernes Santo para afirmar que la Angustia es "de Rota la gracia" y que "Angustia clava su historia el puñal de tu agonía, Veracruz del alma mía".

El final de la calle Veracruz desemboca en uno de los puntos más especiales del pregonero: Plaza de Andalucía, el lugar donde aguarda la capilla de la Caridad. En la puerta de esa capilla, Liaño se percató de que Dios "se había marchado" y no le preocupó ese "abandono" porque en ese lugar "no estaba solo, nunca lo estoy". Lanzó su mirada a la derecha para cruzar mirada con el azulejo que colocó su padrino, Ignacio Liaño, dedicado a la madre de Dios. Un azulejo que empujó al pregonero a afirmar que si tuviera que dedicar un azulejo reflejaría lo siguiente: "sé que la luna desea la noche del Jueves Santo, convertirse en tu presea y coronar tu quebranto, y yo por Dios deseo que si volviera a nacer Dolores fuera mi apogeo y mi madre la misma mujer".

Liaño relató unos versos dedicados a la Virgen de los Dolores desde su cara "bendita" hasta su pelo, pasando por la manos que "habitan la esperanza y el consuelo" para quedarse con su cara porque "cinco lágrimas que invitan a que seas mi desvelo". Una emoción que se apoderó del sexagésimo pregonero de la Semana Santa de Rota al hablar de esta Virgen: "Dolores, puertas para ir al cielo; Dolores, reina de los cristianos; Dolores, mía desde pequeño; Dolores, del Jueves Santo; Dolores, la Virgen de este roteño".

La siguiente parada sería cercana a escasos metros con únicamente la necesidad de cruzar por el Arco de la Villa. El siguiente episodio relatado lo protagonizaría la Plaza de España como ubicación y la Hermandad del Santo Entierro con sus titulares como representaciones del Cristo yacente y su madre envuelta en el dolor de la muerte de un hijo. Una estampa que torna a oscura y desolada, ausente de muchedumbre. El cortejo avanzó y "todo desapareció" como relata el pregonero para comprender que en la absoluta desolación "apareciste tú en solemne procesión camino del sepulcro".

Los recuerdos fueron tan vívidos que la gente reapareció en aquella plaza abarrotada, pero que de nuevo volverían a esfumarse: "allí volvía a quedarme, solo, ante la oscuridad y el único resplandor del paso de la madre frente a mí". De nuevo contempló una alegoría, donde lo único que permanece es la presencia de Dios y su madre. Un madre que a cuyo manto "se agarran dos escaleras: la primera de nombre María del Mar; y la otra se llama Manuela" para que "vuelva tu luz al que vive en oscuridad y que tenga siempre por compañera aliento de fe verdadera a la madre de Dios en su Soledad".

El camino solo podía finalizar en un agradecimiento en forma de verso de cada espacio, tradición y símbolo que configuran su patria, su pueblo, su Rota. Un paseo que en realidad aludió a una procesión diaria que en menos de una semana alcanzará su mayor grandeza desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Un paseo con Dios que Santiago Liaño quiso contar para hacer partícipes de la fe y cristianismo que habitan en el día a día. Un paseo con Dios que trató de agarrar las manos de quienes le escucharon para anunciar la semana grande de su pueblo.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN

Conchi Castellano y 'Raíces' amplían la senda poética del Ateneo en la calle Constitución
1,7 millones de euros caen en Rota a través de 'el sueldazo' de la Once
Visítanos en Facebook
Visítanos en X
Visítanos en Linkedin
Visítanos en Instagram
Recibe tu periódico a través de Whatsapp
Visítanos en TikTok
RSS
NEWSLETTER