Visión del calendario Maya
Rafael Mélida y Mónika Rasco trabajan un mural de nueve metros en Gibraleón
Los escultores Rafael Mélida y Mónika Rasco con un minucioso trabajo colectivo junto con los alumnos que componen las 18 clases del colegio Aurora Moreno de Gibraleón, los profesores y los padres, están elaborando la verdadera finalidad de la concepción del Calendario Maya, su concordia con la Naturaleza, segregando todo tipo de interpretaciones, destructivas, como se ha tratado de interpretar de cara a la finalización del Mundo del año 2012 en muchos medios de comunicación, cines y también en videojuegos.
Los dos escultores onubenses han preferido enfocar la temática con los escolares de este centro docente, que desde un principio han mostrado su inquietud por todo lo concerniente al tema que despierta en ellos sentimientos, juicios, creatividad, amen de conocer la alternancia del sistema solar y de nuestro hemisferio.
Mélida es tajante en este sentido: “Nuestra intención no es otra que la de documentar y enseñar a individuos con la suficiente capacidad para pensar, crear y resolver problemas, para ello se hace necesario proporcionar a los alumnos todo lo que necesiten para su desarrollo”.
El resultado de este trabajo en equipo es el englobe de la experiencia de cada participante, tanto entre el alumnado como los profesores y los padres, que se aventuran a esta actividad. Tanto es así, que al margen de la finalidad de la obra, ponen de manifiesto el fondo artístico, incentiva los valores de la cooperatividad ante la competitividad y la autoestima “se anula el fracaso y el miedo al fracaso y al ridículo puesto que ese cruce de ideas fortalece desde todos los ángulos a los distintos grupos”.
El calendario, según Mélida, transmite conciencia a través de los símbolos y si la creatividad alcanza cotas altas, más clarividencia se observa en los símbolos. La finalidad de elaborarlo no es otra que la de darle apertura al conocimiento de la cultura Maya. La idea es que los alumnos finalicen los trabajos los trabajos de unos símbolos para luego pasarlos a los pasillos del colegio, con un diseño final selectivo.
Los mayas midieron el tiempo del Universo y fueron observadores de los diferentes movimientos del cielo antes que lo explorara Galileo. Al final, todo queda contemplado en un calendario de trece lunas y 28 días, compuesto de símbolos que se reflejan en 25.625 años, lo que el sistema solar tarda en dar una vuelta al centro de la galaxia. Este trabajo ha sido acogido en el Otoño Cultural Iberoamericano para incorporarlo al congreso Maya que tendrá lugar el próximo otoño.
Los dos escultores onubenses han preferido enfocar la temática con los escolares de este centro docente, que desde un principio han mostrado su inquietud por todo lo concerniente al tema que despierta en ellos sentimientos, juicios, creatividad, amen de conocer la alternancia del sistema solar y de nuestro hemisferio.
Mélida es tajante en este sentido: “Nuestra intención no es otra que la de documentar y enseñar a individuos con la suficiente capacidad para pensar, crear y resolver problemas, para ello se hace necesario proporcionar a los alumnos todo lo que necesiten para su desarrollo”.
El resultado de este trabajo en equipo es el englobe de la experiencia de cada participante, tanto entre el alumnado como los profesores y los padres, que se aventuran a esta actividad. Tanto es así, que al margen de la finalidad de la obra, ponen de manifiesto el fondo artístico, incentiva los valores de la cooperatividad ante la competitividad y la autoestima “se anula el fracaso y el miedo al fracaso y al ridículo puesto que ese cruce de ideas fortalece desde todos los ángulos a los distintos grupos”.
El calendario, según Mélida, transmite conciencia a través de los símbolos y si la creatividad alcanza cotas altas, más clarividencia se observa en los símbolos. La finalidad de elaborarlo no es otra que la de darle apertura al conocimiento de la cultura Maya. La idea es que los alumnos finalicen los trabajos los trabajos de unos símbolos para luego pasarlos a los pasillos del colegio, con un diseño final selectivo.
Los mayas midieron el tiempo del Universo y fueron observadores de los diferentes movimientos del cielo antes que lo explorara Galileo. Al final, todo queda contemplado en un calendario de trece lunas y 28 días, compuesto de símbolos que se reflejan en 25.625 años, lo que el sistema solar tarda en dar una vuelta al centro de la galaxia. Este trabajo ha sido acogido en el Otoño Cultural Iberoamericano para incorporarlo al congreso Maya que tendrá lugar el próximo otoño.
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