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El ojo de la aguja

Pedro Gil Mazo

Gil Mazo siempre contempló en su obra el vuelo de la gaviota, como símbolo insoslayable de su pueblo

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Se cumple este año una década del fallecimiento del emblemático pintor puntaumbrieño, inolvidable amigo, Pedro Gil Mazo. Su trayectoria como artista de las artes plásticas le llevó a mantener una estrecha amistad con el desaparecido pintor onubense, Pepe Caballero, la misma que solo fue separada por la muerte. Pedro se convirtió en el más fiel seguidor de su obra y de su talante como onubense. De tal modo  que fue un impulsor importante en la hora de crear la Casa de Cultura de Punta Umbría. .
Gil Mazo siempre contempló en su obra el vuelo de la gaviota, como símbolo insoslayable de su pueblo, de tal modo que rara vez no aparezca la misma en su obra. Tuvo una etapa inicial de ascendencia y tendencias a fortalecer su propia identidad, para posteriormente encumbrarse con sus murales en la Casa de la Cultura, o en esos otros en totalidades que figuran en las distintas parroquias de la localidad. Gil Mazo llegó a ser director de la Casa de Cultura, así como maestro de tantos y tantos alumnos. y fue forjando amistad con otros pintores de su tierra, Cazorla, Antonieta Ponzone, Antonio Carrión y con el inigualable Juan Carlos Castro Crespo.

En la última etapa de su vida fue como una premonición, enmarcó los últimos años de su vida pictórica en obras religiosas, como es el ‘Apocalipsis’ que está en la parroquia costera del Santo Cristo del Mar, La Virgen, San Juan, San Lucas. San Pedro, San Pablo, La Trinidad, la Creación. Cántico de la criatura. ‘Jerusalén celestial’ etc...

El Ayuntamiento de Punta Umbría perpetuó su nombre, y le erigió un monolito en la rotonda final de la Avenida de Andalucía, pegado a la ría, donde más gaviotas vuelan a las caídas de los atardeceres. Pedro Gil Mazo fue el autor de la portada de mi segundo libro dedicado a Punta Umbría ‘Bajo tu luz Punta Umbría’, y de algunos dibujos más en sus páginas interiores, libro de de sonetos dedicado a personajes, vivencias y aconteceres de la localidad costera a la que me hallo muy ligado. En la página diez le recuerdo con un soneto: “Su figura enjuta me recuerda ahora/puntiaguda y enfundada en su vaquero/a un Quijote de pinceles de acero/que el color de sus acrílicos devora./Paso suave, calle Ancha y eslora/su caminar en saludo mañanero/un querer casi ocultar su marinero/viandar matutino en cada hora./ ¿Ay!, Pedro, que atesoras tensas redes/de colores y acuarelas sin medidas/con tus afanes de cósmicos advientos./ Ya tu obra se eterniza en las paredes/entre arcanas singladuras encendidas/que engendran tan venturosos vientos”
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Trasteando en mi casa de Punta Umbría encontré  una obra pictórica que tuvo a bien de regalarme, de brillante enjundia y actualidad que me dedicó bajo el título de ‘La luna grande de agosto de Punta Umbría’,.

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