No digo nada nuevo al afirmar que nuestros antecedentes cofrades están basados, aparte de su carácter eminentemente religioso, en la tradición, por lo que no es de extrañar que las cofradías pervivan muchos siglos después de su creación y a pesar de que la sociedad ha tomado un rumbo radicalmente distinto.
Como todo en la vida, las tradiciones están sujetas a las críticas de quienes no las siguen. En estos tiempos, en los que lo religioso es atacado y criticado duramente por un sector de la sociedad, los cofrades no nos libramos de ataques y críticas, aunque de manera más liviana.
No cabe duda que ello se debe a dos cosas: a que ellos creen que los cofrades no son todos o del todo religiosos, si no más bien aficionados a las procesiones, sin que ello quiera decir que estén comprometidos con la Iglesia y cumplan con sus preceptos.
Por otra parte, es curioso que muchos de estos críticos, e incluso personas que se confiesan ateos y contrarios a la religión cristiana, se ufanen de pertenecer e incluso de cargar en una cofradía. Esta permisividad de las cofradías con estas personas es lo que confunde a la opinión pública. Se da a entender que lo importante es tener un gran número de hermanos, sin importar si son verdaderos cristianos.
Es cierto que el cofrade es el mayor colectivo de la ciudad, lo que ha permitido que la clase política le ofrezca un trato que en ocasiones no desean ofrecer. Sin embargo, los políticos saben que en determinados momentos, los cofrades pueden ser muy útiles.
Últimamente las cofradías han tomado partido ante determinados acontecimientos sociales, quedando claramente de manifiesto que la mayor parte de sus integrantes ha evolucionado de tal forma que han sorprendido a propios y a extraños.
Cuando todos creían, incluso la Iglesia, que los cofrades seguíamos anclados en nuestras tradiciones de Semana Santa, resulta que se evidencia que son más responsables, maduros y están mucho más formados espiritualmente de lo que se creía. Para quienes duden de esta evolución de los cofrades del siglo XXI, sería conveniente que observaran cómo en los momentos actuales de crisis económica han sido las cofradías las que, cumpliendo con sus deberes humanos y cristianos se muestran entregadas a la hora de ayudar a quienes más lo necesitan.