Me mataron en el primer capítulo
Así es, en realidad no puede decirse que siquiera actuase en el primer capítulo de Urgencias.
Así es, en realidad no puede decirse que siquiera actuase en el primer capítulo de Urgencias. Mi aparición se limitaba a esa especie de presentación inicial que pone al espectador en alerta, que le atrae su atención y luego, suena la sintonía de la serie y comienzan a aparecer los rostros de los protagonistas con sus respectivos nombres. Me sacaban de un coche triturado en medio de una céntrica calle de ¿Nueva York? ¿Los Ángeles? Era un decorado. Rápidamente los servicios de emergencia me trasladaban en una ambulancia. La siguiente escena yo aparecía montada en una camilla, el rostro cubierto de manchas de sangre y magulladuras. Todos corrían a mi alrededor, médicos, enfermeras. En una sala de hospital ya sobre la cama, George Clooney se aproximaba a mí. Sí, tal como lo cuento, su rostro y el mío apenas a un milímetro de distancia ¡Y yo tenía que permanecer quieta! Él me realizaba un masaje cardíaco y gritaba: ¡Disfribilación, disfibrilación! Entonces me aplicaba unos electrodos rectangulares que al contacto con mi pecho yo debía saltar de la cama como si recibiera una descarga eléctrica. Luego la cámara recogía un primer plano de Clooney, triste y compungido, “se nos ha ido”- comentaba. Fundido en negro y la sintonía de la serie: “urgencias” taran tatá... Ya no volvía a aparecer en pantalla. Yo claro, él era el protagonista absoluto.
En realidad no me quejo. He trabajado con actores y actrices que ya quisieran otros. En El Coche Fantástico yo tenía que cruzar un paso de peatones llevando un carrito de bebé mientras Kit perseguía a toda velocidad a un maleante. En el paso de cebra, justo en medio, un primer plano mío debía mostrar todo el terror de una madre a punto de ser atropellada con su hijito. Lógicamente el vehículo, en su común alarde de caballerosidad, paraba a dos centímetros de mi y yo sonreía aliviada con mi criaturita en brazos. En otra ocasión mi papel se vestía de glamour en una escena en la que bailaba en la pista del barco de Vacaciones en el Mar. Llevaba un traje largo rosa de lentejuelas y el Capitán Stubbin me sonreía. También trabajé en Dinastía y Falcon Crest, siempre participé en producciones de éxito, en mi pueblo, un hermoso lugar junto a Wiscousin, siempre fui considerada como si de una estrella de Hollywood se tratase. A ellos les hacía ilusión presumir de famosa pero yo sabía que esos recortes de revistas que guardaban celosamente en las vitrinas de la cantina no eran más que papel mojado que algún día se llevará el viento. Vivo en una granja rodeada.
En realidad no me quejo. He trabajado con actores y actrices que ya quisieran otros. En El Coche Fantástico yo tenía que cruzar un paso de peatones llevando un carrito de bebé mientras Kit perseguía a toda velocidad a un maleante. En el paso de cebra, justo en medio, un primer plano mío debía mostrar todo el terror de una madre a punto de ser atropellada con su hijito. Lógicamente el vehículo, en su común alarde de caballerosidad, paraba a dos centímetros de mi y yo sonreía aliviada con mi criaturita en brazos. En otra ocasión mi papel se vestía de glamour en una escena en la que bailaba en la pista del barco de Vacaciones en el Mar. Llevaba un traje largo rosa de lentejuelas y el Capitán Stubbin me sonreía. También trabajé en Dinastía y Falcon Crest, siempre participé en producciones de éxito, en mi pueblo, un hermoso lugar junto a Wiscousin, siempre fui considerada como si de una estrella de Hollywood se tratase. A ellos les hacía ilusión presumir de famosa pero yo sabía que esos recortes de revistas que guardaban celosamente en las vitrinas de la cantina no eran más que papel mojado que algún día se llevará el viento. Vivo en una granja rodeada.
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