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La tribuna de Viva Sevilla

Atarazanas: el “mirador” imposible

Para llegar hasta los 1.200 metros cuadrados, la excavación para el “mirador” debería llegar bastante más allá de la segunda línea de pilastras paralelas a la muralla. Esto no es posible porque, entonces, quedarían también al descubierto los refuerzos que atenazarán varias pilastras mudéjares más.

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Entre las afirmaciones aparecidas respecto la intervención proyectada en las Reales Atarazanas me ha llamado la atención la que asegura que, en una primera versión del proyecto, se incluía la realización de un llamado “mirador arqueológico” cuyo objeto era permitir la contemplación del conjunto defensivo formado por la muralla islámica, su barbacana, la torre y la antigua puerta almohade hace poco descubiertas, inmediatas al Postigo del Aceite.

Incluso afirmando que la extensión de este “mirador” sería de 1.000 metros cuadrados y que su coste de ejecución giraría en torno a un millón de euros. Siempre he mirado con suspicacia las estimaciones en números redondos, porque mi experiencia me indica que suelen ser fruto de cálculos apresurados sin una base rigurosa suficiente. Intentaré argumentar por qué lo entiendo así.

 

Mi primera duda es sobre el pretendido interés inicial de poner en valor estos lienzos de la muralla urbana y que se haya desistido hasta ahora por falta de presupuesto. Y esto por dos razones: primero porque, aun con el presupuesto disponible (nada menos que diez millones de euros, que ya quisiéramos para otros monumentos sevillanos), bien se pudiera haber reservado alguna partida, aunque modesta, para su restauración.


Y en segundo lugar porque, cuando para el primitivo  proyecto de CaixaForum se dispuso del triple de presupuesto, tampoco se previó ningún “mirador” ni se consignó partida alguna para la rehabilitación de unos fragmentos tan importantes de nuestra historia. Más bien parece que se pretende ahora, “a posteriori”, excusar unos olvidos de difícil justificación.


Pero sigamos con los números redondos. En el período 1992-1995, el equipo de arqueólogos dirigido por Fernando Amores Carredano y Cruz Agustina Quirós Esteban intervino en el subsuelo de las Atarazanas, con especial dedicación y magníficos resultados en esta área inmediata a la muralla y barbacana; ya se excavó una zona en torno a esta arquitectura defensiva que se ha mantenido hasta hoy.


Este espacio excavado tiene hoy una superficie de 665,73 metros cuadrados, según medición del proyecto actual que lo denomina como “Recinto Arqueológico” sin que, por cierto, se prevea actuación alguna en él. Al parecer, es este Recinto el que se pretende ampliar hasta alcanzar los 1.200 metros cuadrados. Tampoco entiendo hacia dónde se va a ampliar la excavación. Según se deduce del plano de cimentación del proyecto, ni siquiera se va a poder respetar el “recinto arqueológico” actual.


En efecto, en la excavación existente en torno de la puerta almohade, de unos 300 metros cuadrados de superficie, se encuentran dos de las pilastras que se “refuerzan” con los bárbaros encepados de hormigón previstos, y uno de ellos además con 6 pilotes de hormigón armado de más de 20 metros de longitud. Habrá que reducir, por tanto, incluso esta excavación actual si no queremos que el “mirador” sirva para visualizar la crudeza de la intervención “restauradora”.


Pero no serán éstos los únicos “encepados micropilotados” que quedarían al descubierto de ampliar la excavación. Para llegar hasta los 1.200 metros cuadrados, la excavación para el “mirador” debería llegar bastante más allá de la segunda línea de pilastras paralelas a la muralla. Esto no es posible porque, entonces, quedarían también al descubierto los refuerzos que atenazarán varias pilastras mudéjares más, con más de 20 micropilotes a la vista.

Salvo que lo que se pretenda es que “admiremos” con detalle la agresión que se intenta perpetrar en este espléndido monumento medieval con el único fin, al parecer, de servir de sustentación a una innecesaria cafetería. Porque, entendámoslo, el problema no es que el espacio de contemplación de la muralla sea mayor o menor, sino que la sobrecarga por reedificar y ocupar con uso público las naves superiores (¡y que ahora se pretenden aumentar aún más!) obligan a la ejecución de los encepados y micropilotes, que agreden y distorsionarán para siempre el viejo astillero.

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