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La tribuna de El Puerto

Un puente filosófico

Lejos de retoricas y manuales, la auténtica filosofía, como la disciplina más universal que siempre ha sido, es el mejor instrumento para tender puentes

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Es raro que un alumno de Enseñanzas Medias no considere tener claro si es de ciencias o de letras, situación que se acentúa por ser muchos los que optan por las letras por dárseles mal las matemáticas, convirtiendo su elección en una fatalidad irremediable.

Hace décadas que nuestro sistema educativo alimenta la separación entre ciencias y letras, primero al ofertar a los alumnos de bachillerato asignaturas optativas para que pudieran encaminarse a la rama que más le interesase, y más recientemente al introducir diversas clases de bachilleratos.

Esta tendencia nace de que está socialmente asumido que la especialización es muy positiva y cada vez más necesaria, especialmente para obtener logros en los ámbitos científicos y tecnológico.


El gran filósofo francés René Descartes era contrario a la enseñanza especializada en la formación intelectual, entendiendo que estudiar nuevas ciencias facilita y mejora el estudio de las ya aprendidas, pues las ciencias contribuyen a enriquecer intelectualmente al hombre, no solo por darle a conocer cosas u objetos científicos, sino por desarrollar su capacidad para conocerlos.

Más que por el dominio intelectual de los muchos objetos que se estudian, la diversidad y especialización en la ciencia nace de la imposibilidad de dominar las diferentes técnicas específicas e instrumentos (matemáticos, lingüísticos, etc.) que cada ciencia desarrolla según el objeto que estudie.
Aun así, aunque esta diversidad, y la especialización que ocasiona, impidan que alguien pueda dominar todos los objetos de todas las ciencias, no debe impedir que se pueda alcanzar las ideas más comunes y los principios más universales en los cuales puedan encontrarse todos los que estudian todos los saberes.
Para ser eficaz cualquier ciencia utiliza técnicas que no comparte con otras, y que exigen preparación específica y alta especialización. Pero los resultados, expuestos de forma sencilla, sí pueden compartirse como cultura, aportando a todas las personas valores intelectuales e incluso éticos.

Por este motivo, en vez de distinguir entre unos colectivos de alumnos que estudian ciencias y otros que no, debería distinguirse entre cómo impartírsela a cada uno de ellos, sin olvidar lo que la ciencia aporta a la cultura general y como facilita la comprensión del mundo.

Fomentar la especialización formativa puede ser muy rentable para las empresas a corto plazo, pero al final afectará negativamente a las personas, y por tanto a la sociedad.

Lejos de retoricas y manuales, la auténtica filosofía, como la disciplina más universal que siempre ha sido, es el mejor instrumento para tender puentes entre las ciencias y las letras.

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