Zemo bazura

Publicado: 04/09/2018
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Dudamos entre quien fue primero, la gallina o el huevo,  Jorge Javier Vázquez o la mente ramplona que lo devora, Rivera o los comandos de jubilados ultra-centristas.

 

Suelen repetirse las quejas ante la emisión de programas recogidos de un contenedor, de anuncios que apelan a nuestro ojo de machito cosificador de la mujer. Pero también retornan las posturas reaccionarias, la vuelta del machismo más rancio y de las conductas paternales en la pareja.

 

Retrocedemos en el tiempo y admitimos la posibilidad de que la Tierra sea plana, de que las vacunas sean dañinas y que la leche cruda de vaca sea lo más sano que te puedas echar a la boca. Como si la NASA, Jenner y Pasteur no hubieran existido jamás.

No caemos en la cuenta de que existe televisión basura porque la consumimos, como devoramos comida basura vestida de salud rápida, nos tragamos información basura repletas de bulos y medias verdades, tenemos relaciones basura basadas en el poder y  el sometimiento. Admiramos al político basura, sin más oficio ni beneficio que años de tactos rectales al amado líder, y seguimos ideas basura, causantes de millones de muertos, guerras y genocidios.

La causa se me hace evidente, y no es más que una educación que deconstruye un ser humano para construir un borrego fácilmente manipulable, convirtiendo las Ciencias y la Filosofía en ladrillos que sólo podrán ser absorbidos a cabezazos, trocando las Humanidades en algo inútil en un mercado laboral que te espera para hacerte tu esclavo de por vida, un eslabón que sólo será útil si produce y no chista. Sin sentido crítico, sin herramientas para discernir, sin voluntad de pensar. Sin ganas de pensar. Una educación planificada para la perpetuación en el poder de los de siempre.

De esa manera, devorarás gatas tronistas luchando por un croissant parlante, jalearás al líder que te dirá justo lo que quieres oir, te sentirás dueño de tu pareja y de sus actos, serás inmovilista, conservador, rancio, que no vintage. Creerás que la libertad es algo incómodo, que contrastar ideas es un concurso de gritos, que fuera del rebaño hace mucho frío. A cambio, tendrás todo el pan y circo que seas capaz de tragar. Y cuando estés saciado, tendrás más.

Bienvenidos a la Edad Media. Este otoño se llevará la cota de malla ceñida a la cintura.

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