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En román paladino

Profecías

González y Aznar son ya fervorosos apóstoles de las malas noticias

Publicado: 05/03/2020 ·
10:03
· Actualizado: 05/03/2020 · 10:03
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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El mundo económico se ha puesto de  forma  tan fluida y casi evanescente que ya los organismos internacionales no hacen ni evaluaciones ni pronósticos sino profecías. Lo cierto y verdad es que no   tienen ningún valor.  Lo hacen muy probablemente  por inspiración divina, pero en esos organismos nos consta que  ni está el papa Francisco, ni siquiera el recién elegido presidente de los obispos españoles,  el aragonés de Teruel,  Omella -hoy cardenal y arzobispo en Barcelona-  (lo que comporta un mensaje político-eclesial a la antigua Corona de Aragón). Los sesudos informes de hogaño  valen tan poco como los planes quinquenales de antaño. Se hacen al albur, a ver qué pasa.

La OCDE y  el FMI han acordado sustituir sus citas anuales por “encuentros virtuales” en la red.  Todos los organismos internacionales se han asustado tanto con la “gripe china” que están a punto de predecir que volvemos al Neolítico.  ¡Lávense antes las manos que las tienen muy sucias de la crisis de 2008! En aquella crisis del “ austericidio “ enviaron a la pobreza, a la quiebra, a la devolución de viviendas, al cierre de negocios a millones de persones -empresarios y trabajadores- y ahora cabe esperar que hayan aprendido la lección de aquellas tremendas injusticias a mansalva que terminaron con los trabajos y las empresas de muchos y generaron el mayor auge de las grandes fortunas que se ha conocido nunca. Que, con la excusa del coronavirus, no se repita la historia.

Felipe González y José María Aznar también se han sumado al carro de las profecías  autocumplidas  y se  han convertido en fervorosos apóstoles de las malas noticias.  Da mala espina que  presenten  un panorama sombrío para que efectivamente se vuelva sombrío el panorama.  No  es de recibo en unos presidentes del gobierno que han tenido que lidiar en sus mandatos con problemas dificilísimos. Algunos los arreglaron pero otros los dejaron para sus sucesores. Nadie es inocente cuando se  ha estado gobernando trece y ocho años respectivamente. Los que llegan no empiezan desde cero sino que se encuentran con lo bueno y lo malo que los anteriores pudieron  hacer. Hay muchos testigos para puntualizar sus palabras pero  es de muy mal gusto recordárselo veinte y diez años más tarde a cada presidente.  Su obligación es ayudar al entendimiento, a la unificación del país,  tender puentes,  estrechar lazos entre los distantes, no enmarañar.


 

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