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Atando Cabos

Día de la Biblioteca

El Día de la Biblioteca también me recuerda las Misiones Pedagógicas de la República

Publicado: 28/10/2020 ·
12:27
· Actualizado: 28/10/2020 · 12:27
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  • La Biblioteca Municipal de Jerez -
Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente y verso suelto

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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El pasado 24 de octubre, celebramos el Día de la Biblioteca. Para mí un día entrañable, por los recuerdos que me trae. La primera biblioteca a la que tuve acceso fue la de una amiga. Ella estudiaba mucho y yo la acompañaba leyendo en las tardes lluviosas de otoño. La segunda fue la de un convento, allí leí a Martín Vigil y a Gironella, con sus voluminosos tomos. La tercera fue la biblioteca municipal que aún no ocupaba el espléndido edificio donde se localiza hoy, sino la calle Letrados.

Con la biblioteca municipal he tenido una larga relación. La primera vez me quedé embobada con la cantidad de estanterías de libros que llegaban al techo, me pareció un sueño. El trámite de rellenar la ficha para que te dieran el libro era un volante lleno de promesas. Luego de universitaria la utilicé para estudiar, pasé muchísimas horas allí, acudía con amigos y hacíamos descansos con café en el bar Barbiana.  De adulta he seguido acudiendo al servicio de prestamos y suelo quedarme un buen rato colgada de la vitrina de novedades.

El Día de la Biblioteca también me recuerda las Misiones Pedagógicas de la República. Esas furgonetas yendo de pueblo en pueblo llevando el tesoro de los libros a aquellos a los que había estado vedado. Muchos podían estrenarse en la lectura después de haber aprendido a leer en esa enorme labor voluntaria a la que se lanzaron los maestros republicanos. Debido a ese compromiso con la cultura fueron condenados a pena de cárcel y en los primeros años del franquismo maestro fue cualquiera, no había maestros titulados. Miguel Hernández, que participó en estas misiones con entusiasmo, el poeta del pueblo como le llamaban, también murió en prisión. Su nombre reivindicado ha visto llegar días tristes porque sus versos son borrados de los muros del cementerio de la Almudena de Madrid. No es de extrañar, debajo de los carteles que nombran una calle con el nombre de Federico García Lorca, se pinta maricón, como si el tiempo no hubiera pasado.

María Moliner, la autora del diccionario participó en la elaboración de este proyecto de pequeñas bibliotecas itinerantes, dirigió la Biblioteca de la Universidad de Valencia y fue vocal en el Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico, por último, fue encargada de la Subsección de Bibliotecas Escolares. Por toda esta labor, la depuración franquista del magisterio español la degradó dieciocho niveles en el escalafón del cuerpo de Archivos y Bibliotecas. Quién hubiera pensado que devenía semejante castigo de tan alta labor.

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