Siempre me ha hecho gracia esa nueva ola de pedagogía que estamos viendo en estos últimos años que obligaba al niño que se hubiera portado mal al rincón de pensar para poder expiar sus malas acciones. En mis tiempos te ponían de cara a la pared sin ningún tipo de pensamiento pero, en tiempos como los actuales, se busca más un razonamiento sobre el comportamiento por aquello de no traumatizar a los menores de edad.
Y eso es precisamente lo que a modo metafórico ha venido a dictaminar la sala de lo Penal del Tribunal Supremo que juzgó la causa del 'procés' independentista en Cataluña al informar negativamente la concesión de cualquier forma de indulto a los condenados por delitos de sedición, malversación de caudales públicos y de desobediencia. Ha dictaminado que no se aprecian razones de justicia, equidad y utilidad pública que justificarían la concesión de la medida de gracia. Además, indican los magistrados que no se ha vulnerado el principio de proporcionalidad de las penas a las que fueron condenados y que no hay prueba o indicio de arrepentimiento por parte de ellos. Por ello, les viene a decir que dado que no han ido a pensar por sus actuaciones no cabe la posibilidad de indulto por parte del Gobierno de España.
Es cierto que estos informes, tanto del Tribunal Supremo, como los de la Fiscalía o de la Abogacía del Estado, no son vinculantes en la decisión que tome el Consejo de Ministros pero, sin duda alguna, vienen a dejar claro que aprobar un indulto para estos condenados sería totalmente reprobable desde un punto de vista social y desde la lógica del mundo jurídico.
Para mí, los indultos deberían ser concedidos solo en condiciones excepcionales y, por supuesto, alejados de toda ideología. Deben ser decisiones que no impliquen ser moneda de cambio para determinadas decisiones políticas porque lo contrario supondría una anulación por parte del Poder Ejecutivo hacia el Poder Judicial. Las sentencias hay que respetarlas y solamente en casos excepcionales debe concederse esta gracia por unos hechos que indiquen su necesidad y para solventar un problema de justicia social. Esto está claro que no se produce en estos reos.
Esta cuestión debería ser conocida por el Ministro de Justicia. Me produjo tristeza que una persona con una dilatada carrera judicial indicase esta semana a preguntas de los medios de comunicación que la figura del indulto está recogida en la legislación como si se hablase de cualquier cuestión nimia y sin importancia.
Por supuesto que está en la legislación pero su uso en este caso dejaría el sillón de Pedro Sánchez en la Moncloa sustentado por quienes quisieron romper España saltándose todas nuestras leyes. Sería arrodillar nuestro estado de derecho a unos golpistas condenados.
Espero firmeza en este asunto al igual que resulta necesario plantear una posición contundente contra lo que el nuevo presidente catalán plantea como referéndum escocés. En España no debe hacerse ningún paso por las urnas que suponga que una parte decida sobre el futuro de la integridad territorial de nuestro país.
Señor Presidente, le queda poca credibilidad. La escasa que tiene no la malgaste en perjuicio de los intereses de los españoles. Con determinadas cosas no se debe jugar y usted hace tiempo que viene haciéndolo.
