No se pudo vivir un día más hermoso: en plena naturaleza, rodeados de buena gente, de sincera convivencia y, sobre todo, de contemplación de lo mucho y desconocido que tiene Arcos y por lo que sin duda merece la pena luchar. La quinta edición del Día de las Vías Pecuarias y Caminos Públicos, convocado por la Plataforma Ibérica que protege estos espacios junto a AMA Natura y Ecologistas en Acción, y a la que sumaron otros colectivos como el Club de Atletismo Ciudad de Arcos y una marea de ecologistas de toda la provincia, fue un canto en defensa del patrimonio público y de aquellos maravillosos parajes que nunca debieron ser usurpados o robados, en ocasiones con el beneplácito de la administración pública como el propio camino recorrido: el sendero Postuero-Cañuelo, con la imponente silueta de la Sierra de Cádiz al fondo, el embalse de Guadalcacín y los montes de Los Alcornocales…
Como botón de muestra, solo el término de Arcos tiene hasta 27 vías pecuarias, pero algunas de ellas no solo se han perdido en medio de campos de cultivo, cotos de caza o fincas particulares, sino que se han visto claramente estrechadas y difuminadas en medio de la imparable naturaleza. Necesitan por tanto una voz que las reclame para su uso público, sobre todo en una ciudad que se reivindica como destino turístico y deportivo.
La jornada se concibió, así pues, como una marcha reivindicativa que arrancaría en la barriada rural de Las Abiertas, donde casi 200 participantes partieron dispuestos a realizar el camino de la vía pecuaria Postuero-Cañuelo, donde los alcornoques, pinos, olivos… saltarán al paso del caminante junto a especies características del matorral mediterráneo; auténticos corredores verdes por donde transitan decenas de especies de animales y que conforman un pequeño bosque que acabará por cautivar a ese caminante.
El paseo se detuvo en espacios como el entorno de la finca Aguadulce, donde se produjo una de las mayores aberraciones contra el medio ambiente con el arranque de cientos de alcornoques que dio paso, de manera claramente ilegal, a la siembre de zanahorias, fresas y otros cultivos que, evidentemente, no dieron resultado comercial alguno.
A lo largo de casi nueve kilómetros de marcha, los ecologistas ofrecieron explicaciones fundamentadas sobre el valor de las vía pecuarias y de las agresiones que han sufrido históricamente, en ocasiones amparadas por normas torticeras alejadas de la legalidad y con intereses evidentemente oscuros. Entre los participantes, se pudo contar con el testimonio del ecologista Juan Clavero o del presidente de AMA Natura-EA, Ángel Roldán, y de la presencia de históricos del movimiento como Lola Yllescas. Y, como detalle espontáneo, la irrupción en plena marcha del conocido Maestro Chocero Antonio Gandano para llevar un refrigerio a los senderistas.
Con este paseo reivindicativo, como quedó bien claro durante la lectura del manifiesto sobre la marcha, se exige la devolución a lo público de miles de metros de coladas, vías pecuarias y caminos usurpados, que con esta mala praxis han sido hurtados de lo que es de todos: un valioso espacio para el disfrute y la recreación de la naturaleza. ¿Hay algo más noble, puro y altruista?