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El Perdón vela por su patrimonio y sacrifica su salida procesional por la lluvia

La hermandad sopesó salir, pero las previsiones daban agua abundante para los dos horas siguientes de la salida. La junta de gobierno se puso en lo peor para no dañar a sus queridos titulares. La penitencia se quedó en el vía crucis celebrado en el interior de la Basílica Menor de Santa María

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  • El paso se quedó en casa. -

Salvaguardar el patrimonio de la hermandad fue la principal justificación para que la cofradía del Miércoles Santo arcense decidiera no hacer acto de penitencia en las calles. Cuando ya todo estaba listo, el hermano Daniel Moreno anunciaba por la megafonía del templo y desde el equipo de mayordomía que la procesión se suspendería ante las previsiones de lluvia. El público, no obstante, esperó pacientemente a las puertas de Santa María por si acaso se decidía a última hora todo lo contrario, es decir, procesionar. Pero no resultó así, por lo que la cofradía decidió quedarse en el templo y llevar a cabo, como mandan los estatutos, un vía crucis. El hermano mayor, José Carlos Moreno, invitaría a tomar la cruz para iniciar el rezo.


El paso, que este año hubiera lucido iris morados y un cierto aire de duelo en la indumentaria de Nuestra Señora de la Piedad -durante el año la hermandad ha perdido a varios hermanos-, se tuvo que quedar inexorablemente en su casa, aunque fue una medida debatida suficientemente y sopesada por la junta de gobierno, pero que sin embargo no todos entendieron, pues entre las ocho de la tarde   -hora prevista para la salida- y las diez y media de la noche no cayó gota alguna de lluvia. Sin embargo, y así también lo explicaba el equipo de mayordomía, hubiera sido muy complicado para la hermandad realizar como alternativa el recorrido de la procesión extraordinaria del pasado verano.

La decisión de carácter irrevocable provocó las imágenes características de otros años en que la procesión también se ha quedado en la Basílica Menor, con los costaleros tristes y los hermanos de fila mordiéndose los labios ante la frustración del recorrido. Los niños ya con sus túnicas y capirotes sobre el brazo y sus madres consolándolos... La hermandad, desde luego, está acostumbrada a estos embates, como reconocía su atento hermano mayor. José Carlos Moreno invitaba a los medios a entrar unos instantes en la parroquia para conocer de primera mano la decisión adoptada en junta de gobierno y, de paso, hacérles partícipes del emotivo vía crucis.


La banda de cornetas y tambores de las Tres Caídas aguardó fielmente a las puertas del templo por su hubiera una posibilidad de salir. Poco antes, se vio en la Cuesta de Belén a sus integrantes ensayando en plena calle. El público, feligresía y curiosos, tuvieron también la oportunidad de entrar en la Basílica Menor de Santa María de la Asunción para ver el paso y rezar un rato al lado de Cristo. Un detalle tanto de la hermandad como de la Iglesia, en un gesto tan generoso como lógico en el contexto de un pueblo entregado a sus cofradías y manifestaciones religiosas.


El Miércoles Santo se escribió con lluvia y con el temor a lo que ésta hubiera provocado sobre las tres sagradas imágenes que conforman uno de los pasos más pesados de la Semana Santa. Como dijo el hermano Daniel Moreno, “hoy empieza el nuevo año para la hermandad”.

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