La primera vez que escuché hablar de esta enfermedad fue a principios de la década de los 90, cuando por la prensa y la televisión se difundió rápidamente la noticia de que el actor Michael J. Fox padecía una enfermedad que le ocasionaba temblor y problemas para moverse. La casualidad hizo que en esas fechas estuviese empezando en la Facultad de Medicina la materia de Neurología, y pudiese disponer de un buen libro, que por aquel entonces era la única y siempre fiable fuente de información. Abrí aquel voluminoso texto por el índice, busqué … y encontré el capítulo que hacía referencia a los llamados “trastornos del movimiento”. Tras leer el capítulo pensé: “pobre Michael”, qué triste paradoja de la vida. Uno de mis grandes ídolos de la adolescencia, capaz de viajar en el tiempo con su flamante coche de puertas abatibles, su D Lorean, se sentía enclaustrado, encadenado por la enfermedad, y había perdido su vivaracha presencia. Sí, aunque era aún muy joven, tenía Parkinson. Su sistema nervioso necesitaba dopamina, ese neurotransmisor que tanto nos había “regalado”con sus películas y nos hizo sentir tan felices.
Un pequeño temblor en la mano fue, como es habitual su primer síntoma. Pero … ¿son todos los temblores síntomas de Parkinson? Afortunadamente no. Característicamente aparece en situaciones de reposo, con la extremidad relajada, y es fácilmente reconocible; parece como si los pacientes contasen monedas o pastillas con los dedos y el pulgar. Otros signos presentes o que aparecen con el paso del tiempo son la lentitud de los movimientos y la rigidez de extremidades, inicialmente en un solo lado del cuerpo y que se hace muy presente al caminar; con una disminución marcada del balanceo o “compás” de brazos que todos tenemos al andar.
La cara se vuelve seria, falta de emociones y el tono de la voz se torna apagado. La postura corporal se encorva, y los pacientes pueden tener dificultades para iniciar la marcha (“congelación”), y posteriormente para detenerse una vez iniciada la misma (“festinación”), lo que les ocasiona caídas con cierta frecuencia. Otro síntoma característico es la pérdida de la capacidad olfativa, siendo incapaces de percibir aromas característicos como el regaliz, café, plátano u otros alimentos. El sueño puede alterarse, con movimientos e inquietud nocturna. Es habitual que meses, e incluso años antes de los síntomas descritos, hayan tenido problemas articulares de las extremidades, necesitando incluso tratamiento rehabilitador por un “hombro congelado”. El hábito intestinal se vuelve estreñido, y existe también tendencia a la depresión, a la apatía.
Los tratamientos, aunque no son curativos, han evolucionado y permiten mejorar la calidad de vida de los pacientes. Desde medicaciones por diferentes vías de administración hasta técnicas en las que se implantan electrodos a nivel cerebral. Y muchos de esos avances han sido posibles gracias a la Fundación creada por nuestro personaje de hoy, permitiendo que a través del desarrollo de investigaciones hayan mejorado los tratamientos que pueden ofrecerse a los enfermos.
Aunque Marty McFly, el personaje de la saga de Regreso al futuro , demostró que ”no era un gallina”, realmente Michael J Fox, el de la vida real, es el verdadero héroe y protagonista de la lucha contra el Parkinson, como lo son otros muchos pacientes anónimos que cada día se esfuerzan por mostrarnos la mejor de las sonrisas a pesar de que la enfermedad intenta mantener su rostro inexpresivo.