El Ingreso Mínimo Vital (IMV) da cobertura a 27.593 hogares gaditanos donde viven 77.931 personas, según los datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social hasta finales de octubre. El de Carla, donde residen cuatro adultos y una menor, su nieta, y
en la que apenas entran los 500 euros que gana su marido, más 150 de ayuda de la asistenta social, no está dentro de esa lista de perceptores de octubre. Y no será por falta de intentos ni porque su perfil no se aproxime a los requisitos, asegura. Por eso, cuando este martes por la mañana vio en prensa que el autobús del Ingreso Mínimo Vital (IMV) del Ministerio de Inclusión
llegaba a la Plaza Asdrúbal de Cádiz para quedarse durante dos jornadas a captar a posibles beneficiarios, ni se lo pensó. “Nada más verlo he dicho: ¿Qué es lo más rápido que puedo plantear de comida?Papas con carne en la olla exprés...y vámonos para Cádiz. Vengo de Jerez, he cogido el tren y aquí estoy. A mí me da igual que llueva, me merece la pena venir hasta aquí”, señala a VIVA CÁDIZ mientras aguarda con paciencia su turno haciendo cola.
“Llevo más de una hora, creo que me queda poco, están tardando diez minutos por persona”, cuenta animada. En su caso, tras serle denegada esta prestación hasta en dos ocasiones, espera que “a la tercera sea la vencida”.
La última notificación que recibió sobre su última solicitud es que “estaba en estudio”. Eso fue en junio. “A ver si hoy me pueden informar en qué punto está. Tenemos un alquiler social pero en enero nos sube 100 euros, y tenemos que pagar luz y agua. Mi situación va a cambiar para mal y quiero adelantarme. No puedo esperar otros seis meses más”, explica. Mientras esperaba a entrar en esta oficina móvil en busca de una “oportunidad”, conversa con Pilar, una vecina de Cádiz que ha llegado “corriendo” tras ser avisada por un amigo. “He dejado la casa patas arriba”, dice. Como todos los que se congregan frente al autobús, no pierde la esperanza de que el viaje no sea en balde. Hace tiempo que formalizó su petición del IMV “pero no he obtenido respuesta”. Vive de alquiler en una vivienda de Procasa, pero tiene a dos hijos en casa, uno estudia y otro en paro y en su casa solo entra 450 euros de la manutención de su exmarido. “Tengo un alquiler social, pero tengo que pagar luz, que en el último mes han sido 180 euros, y tenemos que comer”.
“Me voy, no puedo esperar más”, comenta una chica joven, visiblemente molesta, frustrada por no poder esperar más.
En su marcha se cruza con Beatriz y José Antonio, una madre y un hijo de poco más de veinte años. Son de Ceuta pero vienen de Chiclana y reconocen que están “muy cansados”. “A ver si nos pueden echar una mano”, señala su progenitora casi rezando para que todo salga bien. Quieren información y también quieren “trabajar”. “Te hacen sentir inútil” Se sienten frustrados por cómo les está tratando la vida. “Es que ya estamos casi en riesgo de exclusión, necesitamos alimentarnos para vivir, el Salario Mínimo es para sobrevivir, porque tampoco se puede vivir con eso, pero estoy harta de que me cierren las puertas, esperamos que nos den una oportunidad más. Tengo dos hijos y no tengo paro ni nada, este verano he trabajado y así voy, estirando lo que puedo, pero te hacen sentir inútil, y luego llevan las personas indocumentadas y en un mes les solucionan la vida y le dan una vivienda”.
Otros como Ignacio, de San Fernando, en paro y padre de familia, baja del autobús sin demasiado entusiasmo. “He venido a ver si suena la rana, pero yo cobro una ayuda familiar de 500 euros, en mi caso si me lo dieran lo compensarían hasta donde no llega la ayuda”. En concreto, en el interior del autobús hay dos estancias: una en la que dan información y si cumple requisitos llega a hacer una simulación de cómo quedaría su situación, y una segunda en la que se resuelven dudas sobre solicitudes realizadas denegadas y la documentación a aportar. Este miércoles el autobús volverá a la Plaza Asdrúbal de 09.00 a 14.00 y de 15.00 a 18.00 horas.