Urbanitas hartos de la gran ciudad buscan descanso en un pueblo perdido de la mano de Dios. Lo explican en una presentación correctamente interpretada pero sin chiste. A partir de ahí, cuesta abajo y sin frenos. En el primer pasodoble, muy elemental en letra y música y cogido con pinzas en cuanto a interpretación, aseguran que no vienen a Cádiz de turismo, recordando a sus maestros en la fiesta. Segundo, en la línea del anterior, a una persona que vive fuera y siempre lleva a su tierra por bandera. Numerito en los cuplés, con triple remate (y a cuál peor), para las agresiones a políticos y para Donald Trump. Un par de bastinazos animan el popurrí. Que bote la vaca.
Lo mejor La guasa del teatro con la vaca hinchable
Lo peor El bocinazo a traición de la presentación