La exposición dedicada a Teresa Navarro (Baza, 1949-Madrid, 2015) es una muestra organizada por la Casa de Iberoamérica del Ayuntamiento de Cádiz y “Ámbito Cultural”, había venido siendo preparada en vida de la artista. Su inauguración tendrá lugar el próximo viernes, 1 de abril, a las 20 h., siendo comisariada por Alfonso de la Torre, teórico y crítico de arte.
El título “Epílogo”, que debemos al escritor Ramón Pernas, es buena definición de una carrera artística en extremo singular, si bien cerrada por su fallecimiento, y que tuvo en su última exposición en el Ateneo de Madrid (2013) buen reflejo.
La exposición contiene cuarenta y ocho obras, de las cuales treinta y tres son pinturas y quince obras sobre papel, fechadas entre 2006 y 2014.
Navarro fue artista de origen andaluz, que ejerció la creación con intensidad, inmersa durante cuatro décadas en el mundo de la pintura, y por tanto defensora de un trabajo basado en la constancia de la presencia diaria en el estudio, la conocida máxima kleeiana del “soy pintor”, su ya dilatado quehacer sería reconocido tanto por la crítica como por su presencia en diversas salas expositivas realizando, en especial durante los últimos años, numerosas exposiciones en instituciones públicas, entre las que destacan las producidas por el Ateneo de Madrid (2013 y 2007), Centro Municipal de las Artes de Alcorcón (2006) o las realizadas en diversas sedes de la CAM (2009). Junto a su habitual presencia (individual o colectiva) en salas de exposiciones privadas y Ferias artísticas (ARCOmadrid) fue estudiosa de las técnicas artísticas destacando su extraordinario conocimiento del grabado y colaborando también en la gestión (Ateneo de Madrid) y el comisariado de exposiciones.
Navarro desarrolló un trabajo pictórico muy personal, siendo poseedora de un lenguaje propio que podría encuadrarse, simplificando, dentro del mundo de la abstracción lírica, con importante presencia del grafismo y un sutil entendimiento del color. Dicha abstracción rotunda, no le impediría hacer guiños, muchas veces surgidos desde diversos matices en el título, a cuestiones que aproximaron su trabajo a la mirada sobre lo primitivo o lo tribal, lo cual es sabido se encuentra en el origen de lo contemporáneo. Algo que sucedería en diversos ciclos de su trabajo, tales a los que llevaron por título “Mujeres” (2009-2012) u “Horizontal” (2009-2011). En los que muestra predilección por la singularidad de ciertos formatos horizontales y verticales, dotados de una cierta ‘delgadez’ en el concepto.
Su obra mereció la atención crítica de estudiosos y teóricos del arte contemporáneo. Entre los diversos textos escritos sobre su trabajo quizás destaque el realizado por Josep María Cadena quien, desde el título Teresa Navarro: el color como expresión íntima (2009), señalaría cómo “su abstracción no es de las que descomponen lo existente para hallar el espíritu, sino que parte del mismo para que en nuestro ánimo podamos hallar la felicidad de sabernos intérpretes de la propia vida en relación con los demás. Continuamente construye y, aunque en ocasiones se muestra irónica en su condición de mujer (…) lo hace siempre dentro de su viaje en busca de la verdad, de la paz, de la permanencia de las ideas más nobles. En lenguaje simbólico creo que la pintora sigue una vía regia, la directa y más recta posible hacia la mayor presencia del espíritu de la luz a través del color”. Por su parte, Alfonso de la Torre, comisario de esta exposición, escribiría en Teresa Navarro: la sospecha de lo invisible (2011-2012) que, en el quehacer de esta artista, “forma, espacio y color, se convierten en un totus desde los que la luz y un misterioso aire organizan el espacio pictórico, sustanciado éste en un mundo de transparencias y atmósferas, que derivan en un personal sentido de la estructura del cuadro. Plenitud de la pintura, goce del color, que no esquiva la meditación. Pintura sustanciada en un agitado plano de colores, en el que se sugiere un mundo fantástico, exaltador de la emoción, también de la sensación y el equilibrio surgido frente a un espacio intemporal”.
Juan Manuel Bonet ha escrito en el catálogo editado que Teresa Navarro era “una pintora con clara voluntad de discreción, que rehuía la estridencia y el éxito social, que sabía de lo buenísimo que es para la creación el silencio, y que sobre todo y por encima de todo deseaba pasar horas metida en el estudio, estudiando, profundizando fervorosamente en la historia y en el presente de la disciplina que practicaba con tesón, con conciencia de que expresarse mediante pinceles es algo que sigue teniendo pleno sentido, digan lo que digan quienes proclaman que el pincel pertenece al pasado (…) Nos quedan sus hermosos lienzos y papeles: triunfo siempre milagroso del arte, que convierte el instante, la cadena de los instantes, en eternidad.”.