Aunque nos parezca increíble, cuando despertamos cada día , continuamos aquí, seguimos respirando. Cada mañana experimentamos esa nueva y agradable sensación de continuar escribiendo el guión de nuestra historia. Es un mundo, lleno de incógnitas, de cosas maravillosas y de riesgos impredecibles.
A lo largo de este trayecto vivimos momentos felices e infelices, entre rutinas y sorpresas, certezas y dudas, conquistas y fracasos, seguridades e incertidumbres , acuerdos y enfrentamientos, paces y pánicos, continuamos haciendo caminos y recorriendo trayectos de largo y corto recorrido.
Tomamos conciencia , nos damos cuenta, que estamos vivos a pesar de nosotros mismos, de empeñarnos en continuar solos en medio de las mayores concentraciones urbanas, o naveguemos en las redes sociales como ciudadanos del mundo digital, y nos movamos en ese caos de indiferencias ante el dolor humano , de ser cómplices de la miseria , de la pobreza, de la hambruna o de la ignorancia.
Somos testigos diarios de que junto a nosotros , existan en esta misma casa que llamamos Tierra, y que hemos de cuidar entre todos , miles de seres que hacemos invisibles privados de los más elementales derechos. Paradojicamente somos espectadores diarios de las mayores barbaridades, y nos hemos anestesiado como si no fuera con nosotros.
Nos colocamos nuestras mayores y mejores condecoraciones , porque nos consideramos muy inteligentes, y hemos logrado los mayores avances científicos y tecnológicos, pero no hemos logrado un desarrollo más sostenible, lograr vencer determinadas patologías o la incomunicación, a pesar de que cada vez somos más los conectados a las redes informáticas.
Nuestras contradicciones son explosivamente ofensivas , se despilfarra el agua en funciones que no son vitales e imprescindibles o a través de las múltiples fugas de agujeros en algunos tramos de tuberías en un mundo , que cada momento que pasa es más seco y desértico. Y aunque hemos avanzado legal y socialmente , seguimos tirando los alimentos excedentarios a los vertederos para no desequilibrar los precios , y solo ayudamos a combatir las miserias y calamidades en campañas oficiales y televisivas.
Construimos grandes discursos sobre la PAZ , mientras no somos capaces de parar guerras de todo tipo y por diferentes causas, y fabricar armas químicas , bacteriológicas o convencionales , que sean los más eficaces posibles en el cruel y brutal cometido de matar.
Hacemos discursos y dictamos normas para corregir la contaminación, pero no dejamos de ensuciar el aire que respiramos, adulterar los alimentos que comemos o convertir nuestras ciudades en grandes basureros y nuestros bosques en enormes superficies de tierra quemada.
Fabricamos crisis económicas , aumentamos la inflación, distorsionamos la producción o desregulamos los índices bursátiles para hacer más ricos a los que más tienen y más pobres a los que carecen de casi todo. La confusión reina en nuestro planeta azul, el mercado es el eje de nuestras vidas y relaciones, y se convierte en lo más importante y lo de más valor.
Nos alejamos de lo ético para entregarnos a la estética del consumo desenfrenado y sin límites , en un movimiento que oscila cruelmente de la satisfacción de unos al hartazgo de otros. La corrupción en sus múltiples formas y variedades impulsa a algunos integrantes de la comunidad , a la necesidad incontrolable de tener sobre el ser y nos intenta introducir en una dinámica en la que prima el desprecio al respeto humano , a los códigos morales y al cumplimiento de la ley como garantía de la convivencia democrática.
