Lo hace además, después de cosechar fracaso tras fracaso, de no pasar de inicios de expedientes gracias al apoyo puntual de algún grupo y de chocar mes a mes con la realidad que supone ser un gobierno minoritario. Y todo ello practicando una política de patio de colegio asistiendo a actos sociales mientras se enquistan los proyectos que necesita el desarrollo de la ciudad, una ciudad ejemplo de la Bahía que ahora cuenta con más parados que otras con mayor número de habitantes.
Es evidente que el alcalde de Chiclana, Ernesto Marín, ha perdido el norte, si es que alguna vez lo tuvo, y ha tenido que ser su propio partido el que lo llame al orden recordándole que cuando se está en minoría la chulería es la peor de las recetas para sacar adelante algo más que el sueldo de cada mes; esto es, los proyectos que necesita la ciudad y los que necesitan él y los pocos que lo apoyan dentro del PP para justificar el sueldo.