Amenaza: Las consecuencias de una guerra nuclear

Publicado: 09/05/2022
La posibilidad de que Rusia utilice armas nucleares en la guerra iniciada contra Ucrania pone en peligro la supervivencia humana
El ser humano es un animal violento por naturaleza. Desde los inicios de la existencia humana hemos combatido entre nosotros y para ello hemos usado armas. En la prehistoria, muy sencillas: fabricadas con palos, piedras y huesos. Entre las armas más comunes destacaban el hacha, la lanza, el garrote, el arco y la flecha, la azagaya, el cuchillo, el arpón, la maza y la espada. Cómo podemos observar, se empleaban como arma las herramientas de caza, por lo que su uso bélico era accidental. El arma más antigua hasta la fecha es un bastón de madera, descubierto en Schöningen (Alemania), fabricado por el Homo heidelbergensis hace 300.000 años para cazar.

En la Antigua China, buscando la fórmula de la inmortalidad, los alquimistas chinos mezclaron elementos como el salitre, el azufre y el carbón. No encontraron el elixir que buscaban, sino algo muy distinto y mucho más útil en batalla: La pólvora. La pólvora es una mezcla inflamable que a cierto grado de calor se inflama desprendiendo bruscamente gran cantidad de gases. Con la pólvora aparecieron y comenzaron a evolucionar las armas de fuego, mucho más eficaces y sangrientas.

Con la llegada del Imperio Romano llegaron también las armas biológicas, es decir, el uso de seres vivos, virus o cualquiera de sus productos tóxicos con el fin de producir la muerte, incapacitar u ocasionar lesiones a los seres humanos, animales o plantas. Según fuentes históricas, en 184 d.C., Aníbal Barca, militar cartaginés, lanzó vasijas con serpientes de todo tipo a los barcos rivales. Durante la Edad Media barcos llenos de cadáveres “apestados” o cargados de viruela serían usados en los asedios. Desde ellos se catapultaban los cadáveres propagando de esta manera la enfermedad dentro de las ciudades enemigas. Esto facilitó que la peste negra o muerte negra fuese la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad. Afectó a Eurasia en el siglo XIV y ocasionando la muerte de entre 75 y 200 millones de personas.

El gas mostaza

Ya en la edad moderna, la biología dio paso a la química. El gas mostaza, sintetizado por Frederick Guthrie en 1860 fue un arma de amplio uso durante la Primera Guerra Mundial. Este gas, usado por ambos bandos, fue responsable de 1 205 655 víctimas no fatales y 91 198 muertes. La toxicidad de este agente variaba en función de la dosis. Los efectos iban desde irritación de la piel y conjuntivitis hasta lesiones pulmonares graves producidas por la inhalación del gas. El gas también dejaba secuelas crónicas: Los supervivientes solían presentar náuseas, vómitos, alopecia y mayor vulnerabilidad a las infecciones como efectos principales del veneno sobre el ADN. También se reducía la formación de células sanguíneas y dañaba la médula ósea y el tubo digestivo. No obstante, el aterrador uso del gas mostaza durante la Primera Guerra Mundial tuvo un aspecto positivo: el descubrimiento del primer agente quimioterapéutico moderno.



En 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial. A pesar de no ser usadas, afortunadamente, por el ejército alemán, se inició el desarrollo de sustancias neurotóxicas como armas de guerra química. Durante el tercer Reich se asentaron los pilares de una perversa línea de investigación sobre armas químicas que finalmente serían usadas, a finales de la década de 1980, en los conflictos bélicos de Oriente Próximo.

Ese mismo año comenzaron a investigarse con éxito los primeros antibióticos con ratones de laboratorio, y más tarde con enfermos desahuciados. La utilización masiva de la Penicilina que se inició entre los ejércitos aliados en la II Guerra Mundial ha permitido salvar millones de vidas.

Hiroshima y Nagasaki

Este conflicto histórico finalizaría de forma dramática. EEUU utilizaría la bomba nuclear como arma definitiva para acabar con las aspiraciones japonesas en el Pacífico y el continente asiático. El 6 de agosto de 1945, un artefacto nuclear cargado de Uranio-235 hacía blanco en la ciudad de Hiroshima. Tres días después, su hermano mayor, esta vez cargado de Plutonio-239, lo haría sobre Nagasaki. Este sería, hasta el momento, el primer y último ataque nuclear de la historia de la humanidad. Las dos ciudades quedaron inmediatamente devastadas y provocaron la muerte de cerca de 200.000 personas.

En el siglo XX la evolución de armas cada vez más mortales sería frenética. Durante la década de los 60, en la Guerra de Vietnam el uso del Napalm, un combustible más potente que la gasolina, provocó graves quemaduras a la población civil, que quedó atrapada ante el ataque estadounidense. En Irak, fue muy popular el uso de misiles Tomahawk, un arma conocida por su alcance, precisión y capacidad para evadir defensas, elegidos para destruir blancos de gran valor estratégico e instalaciones simbólicas para el desgaste de la moral de las tropas enemigas. En Vietnam se calcula que murieron en total entre 966.000 y 3 millones de personas. A lo largo de los 20 años que dura el conflicto en Irak han fallecido cerca de 900.000 ¡Las cifras son increíbles, sin embargo, pueden resultar ridículas con lo que se nos puede venir encima!

Desde el final de la II Guerra Mundial las cuestiones nucleares siempre han sido motivo de seria preocupación. En la actualidad, y analizando la hipotética situación del empleo de armas nucleares por parte de Rusia contra Ucrania, que nos puede llevar a la III Guerra Mundial, hemos previsto las posibles consecuencias que pueden acarrear el empleo de este tipo de armas.

La explosión de una bomba zar en Kiev provocaría más de 236.000 muertos y 1.205.430 heridos. La onda de calor alcanzaría los 8.289 km2 por lo que cualquier persona dentro de este radio sufriría quemaduras de tercer grado graves o mortales. La madera, la ropa, el papel y los plásticos se incendiarían, incluso fuera de este límite, el calor sería lo suficientemente intenso como para causar quemaduras de primer y segundo grado. La presión de la onda de choque generada destruiría la mayoría de los edificios no reforzados provocando heridas o incluso la muerte de las personas afectadas por el colapso de estructuras o por los escombros arrastrados por el viento.

El armamento nuclear que tiene a su disposición Vladimir Putin tiene un poder destructivo 3000 veces mayor que el usado por EEUU en Hiroshima. La decisión de usarlo ocasionaría una masacre de vidas humanas sin comparación en toda la historia de la humanidad. La vida de miles de millones de personas está ahora mismo en manos del cruel político ruso.

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