El 18 de abril de 2012, el rey Juan Carlos I, entonces jefe del Estado en España, a la salida de un hospital de Madrid donde había sido intervenido de una fractura de cadera provocada por una caída estando de caza en Botsuana, hacía historia con una frase: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Fue un gesto sin precedentes y lo hizo obligado porque la imagen de don Juan Carlos posando con un elefante abatido dio la vuelta al mundo, además de que iba acompañado por Corinna Larsen.
Pero este gesto, que podemos encumbrarlo en la cúspide de las equivocaciones dado el personaje, solo es uno más de los que cada día se producen en la vida diaria: ¡
lo siento, me he equivocado! o, ¡
lo siento nos hemos equivocado!, son frases muy comunes para ciertas personas que creen que con eso ya están salvados de toda responsabilidad. Y es que hay equivocaciones que pueden ser benévolas porque no conllevan maldad y pueden ser subsanadas de inmediato, y otras que son malvadas por lo que ha significado esa equivocación para la persona perjudicada que puede ver lesionado sus derechos e incluso su honor y patrimonio.
A veces, las equivocaciones se confunden con el error. Y nada tiene que ver unas con el otro. El error se puede identificar perfectamente. Los hay de diversa índole, aunque los más lesivos serán siempre los administrativos y/o penales, donde en un momento dado, alguien anotó u omitió algún dato no contemplado en las leyes de modo consciente o por desconocimiento y que derivan en un resultado final de la resolución totalmente diferente. Digamos que, no haber cumplido con lo que dicen las leyes, puede ocasionar un perjuicio para el administrado de incalculables consecuencias. Hasta que no se subsane el error, el perjuicio es evidente y, además, suele permanecer en el tiempo hasta que se descubre, se rectifica y se vuelve a redactar el procedimiento.
Las equivocaciones no son errores; son más bien inherentes a la raza humana. No se puede decir me he equivocado o nos hemos equivocado en un procedimiento donde lo que hay es un error como hemos visto antes. Además, los humanos somos muy dados a defender una causa hasta que ya no ven salida a su tesis y, entonces y solo entonces, para ver luz donde no la hay, se agarran al “me he equivocado”. Y a veces es demasiado tarde, aunque todo dependerá del tipo de equivocación que se trate.
En la vida todos nos podemos equivocar. Lo que pasa es que hay mucha gente mentirosa que abusa descaradamente de estas disculpas y las utiliza a menudo. Esas personas a la larga no son nada de fiar y tarde o temprano ellos mismos se descubren y, entonces, ya no nos valdrán sus excusas. Padecen el Síndrome de "esqueísmo". La verdad nada más que tiene un camino y todos nos podemos equivocar porque hemos calculado mal nuestras palabras o los hechos enjuiciados. Pero, inmediatamente que hayamos descubierto ese error, hay que pedir disculpas y retrotraer nuestra afirmación a la vía de la legalidad y la verdad. Solo así y de modo inminente, salvaremos nuestro honor y nuestra palabra. Y recuperaremos a un amigo.
En nuestra vida cometemos equivocaciones porque pretendemos hacer ver a los demás cuestiones que ni nos van, ni nos vienen. Digamos que a veces erramos porque nos metemos mucho en las vidas de los demás. Pretendemos que hagan lo que nos parece a nosotros. Y es imposible porque cada uno tiene su personalidad y su conciencia; por lo que no podemos entrar a valorar su vida y luego decir que lo sientes si le has causado algún daño y que no volverá a ocurrir, que solo tenías buenas intenciones al aconsejarle.
Equivocarse es un hecho natural que nos hace humanos y, sin embargo, muchas personas, la mayoría de nosotros, tendemos a sentir emociones negativas cuando nos equivocamos. Vergüenza, desánimo, malestar, desmotivación…, todas esas emociones nos invaden cuando cometemos errores. Según Boaler -profesora de Educación Matemática en la Universidad Stanford-), equivocarse aumenta la actividad sináptica, ya sea que nos demos cuenta de nuestro error o no.
“Las investigaciones recientes acerca del cerebro y los errores son tremendamente importantes para los padres y los profesores puesto que nos dicen que cometer un error es algo muy bueno”. Y es que de los errores y equivocaciones se aprende. Aprendamos todos. Y no nos equivoquemos tanto. Y las disculpas que sean de corazón. Y que no vuelvan a ocurrir.