Decía Oscar Wilde que “el recuerdo es el diario que todos cargamos con nosotros”. En ese diario hay páginas que nunca se podrán arrancar, tanto para bien como para mal. Y todas las personas poseen varias de esas páginas pertenecientes a diversos capítulos de nuestra vida. Particularmente, me gusta evocar instantes vividos con seres queridos para hacer que una sonrisa, aunque sea cargada de añoranza, ilumine brevemente mi existencia. Pero en mi diario también hay cabida para momentos amargos que, curiosamente, solemos adornar con fechas concretas.
Por ejemplo, recuerdo un 11 de marzo de 2004 cuando me dirigía al trabajo en el coche de un compañero mientras oíamos por la radio como narraban la explosión de varias bombas en unos trenes en los que, casualmente, yo me desplazaba tan solo unos meses atrás. Esos fatídicos hechos completaron uno de los capítulos más negros de la historia de este país.
Hoy hace exactamente 468 días del inicio de la historia más insólita que casi todos hemos conocido. El 15 de marzo del año pasado, toda España amaneció en estado de alarma. Daba la impresión de que formábamos parte de una de esas películas cuya protagonista principal era la más esperpéntica de las catástrofes. Pero por desgracia no se trataba de una película. Era una sorprendente y terrorífica realidad.
Siguiendo con el símil del cine, también nos encomendamos a unos superhéroes, aunque, en esta ocasión, no vestían mallas ni trajes de colorines, sino batas de tela y bolsas de basura, dando así lugar a una de las imágenes más vergonzosas de esta España tan avanzada y desarrollada.
De esa manera, nos fuimos acostumbrando a convivir con escandalosas cifras de muertos a diario. Unos muertos que pertenecían a una de las generaciones más importantes de nuestra historia. La unión no hizo la fuerza porque el pueblo solo se puso de acuerdo para aplaudir. Los que parecían rescoldos de una guerra que no acabará nunca volvieron a tomar altura y eso seguirá pasando mientras sigamos sustituyendo solidaridad por egoísmo.
Mañana ya no será obligatorio el uso de la mascarilla en exteriores. Ojalá que no sea esta una decisión precipitada de la que tengamos que arrepentirnos para siempre. Ojalá, pues, que mañana comience el fin de este horror que nos ha tocado vivir y no se trate de otro continuará.
Ojalá que dentro de un tiempo nos preguntemos eso de ¿Dónde estabas el 26 de junio de 2021?
Ojalá que todos asociemos esta fecha al despertar de la peor pesadilla que tuvimos jamás.