Por fin hemos escuchado al Fiscal General del Estado hablar en público, con la presencia de los medios de comunicación, que nos han contado lo que ha dicho. En el fondo ha sido bien poco. Su comparecencia en el Senado para presentar la Memoria de la Fiscalía del año 2023 (un poco tarde, ¿no creen?), ha dejado algunas perlas que merece la pena que se destaquen.
Con su media sonrisa y su cara (dura) de no haber roto nunca un plato, Álvaro García Ortiz optó por la excelente interpretación de un papel que le sale de maravilla, aunque ya no le creamos: se presentó como una víctima, algo habitual entre todo imputado en un caso de corrupción que se precie. La culpa siempre es de los demás, que le someten a una campaña de difamación, con la famosa máquina del fango. Como verán nada nuevo bajo el sol.
Nuestro Fiscal General del Estado abogó en su intervención que por ser lo que es “no tiene menos derechos que cualquier otro ciudadano de este país”, cosa que no deja de ser cierta, pero habría que matizarle que sus derechos acaban cuando se traspasa la línea roja de la honestidad. Asimismo, dejó otra perla que entrecomillo: “Dimitir sería una concesión a los delincuentes, que como vean un ápice de debilidad, van a aprovecharlo”. Con ella pretende justificarse en su actitud de mantenerse al frente del cargo. Juzguen ustedes mismo. De nuevo, nada nuevo bajo el sol.
Pero si algo debe resaltarse de su intervención es cuando abordó el asunto del borrado de su teléfono. Y esto sí que tiene “miga”. García Ortiz entró en materia para defender esencialmente lo mismo que hizo en respuesta a su abogado ante el Supremo (recuerden que al juez no le quiso responder), pero en esta ocasión con ese halo de victimismo que tan bien le sale. Al Fiscal General del Estado, o bien al asesor que le redactó sus palabras, no le tembló el pulso para soltar una amenaza velada contra aquellos que quieren aclarar la verdad de todo lo que está sucediendo (Partido Popular y Vox, fundamentalmente), ya que en relación a este borrado de mensajes de su móvil no dejó pasar la ocasión para justificarse diciendo que “tiene datos de tantas personas y de tanta gente… ¿Qué pensarían si yo tuviera en mi poder datos de su familia o partidos y esos datos se filtraran?”. Para rizar sus palabras, abogó por apoyarse en la Ley de Protección de Datos: “Quien mantenga en sus dispositivos datos relativos a terceros incumple la normativa de protección de datos”. ¿Amenaza o Advertencia? Juzguen ustedes mismos.
Si por sus palabras bien podría decirse que actúa como víctima, yo me permito ver aquí un peligroso tinte de verdugo. Lobos vestidos de corderos.
