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El Loco de la salina

Es imposible vivir sin él

Aquí en el manicomio celebramos el día de San Valentín por todo lo alto y les decimos a las locas que estamos locos por ellas

Publicado: 09/02/2025 ·
14:40
· Actualizado: 09/02/2025 · 14:40
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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El viernes que viene, día 14 de febrero, es el día de San Valentín. Es el día de los enamorados. Sin comentarios, porque eso lo sabe hasta el malaje que nunca lo celebró. Es el día en que Valentín llega dispuesto a tirar esas flechas que hacen tantos estragos en los corazones indecisos. Además, las tira a pelú sin saber en qué zona del corazón van a caer y tampoco si ese corazón partío va a tener remedio y lo va a poder curar el doctor Revuelta.  

Y todo tiene su historia. Era allá por el siglo III después de Cristo, cuando el cristianismo comenzaba a extenderse por todo el imperio romano. El emperador Claudio II, llamado el Gótico, promulgó con todas las de Caín una severa ley por la que prohibía casarse a los jóvenes, con lo que el muy tunante mataba dos pájaros de un tiro, porque de camino hacía posible que pudieran alistarse en el ejército libres de ataduras. Es decir, una especie de ómnibus pero con metralla sexual dentro. Valentín dijo que nones, desafió esa orden, decidió jugársela y empezó en secreto a casar jóvenes enamorados por un tubo, que ya hay que tener ganas. Un peligro el muchacho, porque entonces divorciarse era impensable. Fue descubierto por los chivatos de siempre y metido en la cárcel a pan y agua y sin amor.

A partir de ahí muchos de los casados se ponen a buscar milagros suyos para arriba y para abajo. Como el único milagro en que creemos los locos es que el Cádiz se mantenga en segunda división, nos quedamos solamente con que el día 14 de febrero del año 269 Valentín fue apedreado y decapitado. Se extendió la cosa por todo el mundo y para su conmemoración triunfó la fecha del día 14 y la del mes de febrero, que ya es loco de por sí.

Aquí en el manicomio celebramos el día de San Valentín por todo lo alto y les decimos a las locas que estamos locos por ellas y ellas nos aseguran que están locas por nosotros. Es la igualdad en estado puro. El amor. A nosotros y a ellas nos basta con saber que, mientras que nos falte algún tornillo en el coco, estaremos juntos entre estas cuatro paredes que en ese feliz día nos parecen hechas de terciopelo. Sin embargo, ahí fuera se vuelven cuerdos del todo y se tiran a buscar en los comercios regalos que muchas veces sirven para suplir ese espacio tonto al que no pretende llegar un te quiero. Y el comercio, tan feliz de que así sea. A nosotros nos basta una flor o una poesía, que por algo se esmeraron en cuidarlas los jardineros y los poetas. No cabe una flor en este papel, pero cabe una poesía aunque hecha por un buen poeta. Por eso, ahí va con permiso de Rubén Darío, su autor:

Cuando llegues a amar, si no has amado,
sabrás que en este mundo
es el dolor más grande y más profundo
ser a un tiempo feliz y desgraciado.

Corolario: el amor es un abismo
de luz y sombra, poesía y prosa,
y en donde se hace la más cara cosa
que es reír y llorar a un tiempo mismo.
Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible.

Lo dicho, que la vida sin amor es como un puchero sin pringá. Enhorabuena a los agraciados. Sí, pesados y pesadas, y a las agraciadas.

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