Al final de la Escalera del Agua, en la cota más alta del recinto del Palacio del Generalife, se encuentra este pequeño mirador, que en 1836 construyó Jaime Traversa, administrador de la finca del Generalife, y al que posteriormente se le incorporaron algunas modificaciones.
De estilo neogótico, constituye un verdadero contrapunto con el resto del conjunto, y tal vez fue construido con los posibles vestigios de un oratorio musulmán que existiera en el lugar donde se encuentra, según apuntan algunos autores.
De gran valor paisajístico, sobresale por su privilegiada situación sobre todo el conjunto de la Alhambra y el Generalife, desde donde se pueden apreciar unas vistas únicas de la ciudad de Granada y del propio monumento.