Para ello, China vuelve a confiar en el director de cine y coreógrafo Zhang Yimou, que tras el éxito de sus ceremonias olímpicas en Pekín 2008 recibió el encargo de organizar la parte civil del desfile.
Más tarde, Pekín ofrecerá uno de los mayores espectáculos nocturnos de fuegos artificiales de la historia, con 20.000 artefactos pirotécnicos listos para iluminar el cielo capitalino.
Los observadores internacionales prestarán mayor atención, no obstante, al desfile militar, que durará algo más de una hora y en el que se espera que el Ejército de Liberación Popular (ELP) ofrezca una muestra de su armamento más moderno, un “espectáculo” dirigido especialmente a rivales estratégicos como EEUU, Japón o Taiwán.
La novedad de este desfile con respecto a los que anteriormente organizó el país asiático en Tiananmen (diez en la década de los años 50, uno en 1984 y otro en 1999) es que el armamento que se desplegará será cien por cien made in China, después de décadas de dependencia de soviéticos y rusos en la materia.
El Ejército chino ha intentado mantener en secreto el armamento que se verá en Tiananmen y la Avenida Chang An (a tal fin, los ensayos previos se llevaron a cabo de madrugada y con medio Pekín cortado al tráfico), pero se sabe que el desfile marcará el debut del caza chino de última generación, el Jian-10, y de las primeras mujeres piloto de las fuerzas aéreas chinas.
Los nuevos tanques chinos de la Clase 99, apodados tigres de batalla por los expertos militares del país, misiles intercontinentales, helicópteros armados de nuevo diseño y el flamante rifle Clase 95, uno de los más precisos del mundo, serán otras estrellas de la parada militar.
El presidente chino, Hu Jintao, contemplará el desfile junto al resto de máximos líderes comunistas desde lo alto de la Puerta de Tiananmen, entrada al antiguo Palacio Imperial (la Ciudad Prohibida), donde tal día como hoy de hace 60 años Mao Zedong proclamó el nacimiento del régimen comunista.
“El pueblo chino se ha hundido en amargo sufrimiento y tribulaciones desde que el Gobierno reaccionario de Chiang Kai-shek traicionó la patria, conspiró junto a imperialistas y lanzó la guerra contrarrevolucionaria”, dijo entonces Mao, en el comienzo de su discurso, poniendo así fin a casi 30 años de guerras encadenadas contra Japón y los nacionalistas del Kuomintang.
El Gran Timonel proclamaba el fin del sufrimiento, el feudalismo y la sumisión de China a los imperios, pero comenzaba una etapa aún más dura, en la que se calcula que los experimentos de Mao (el Gran Salto Adelante, la Revolución Cultural) causaron 38 millones de muertos.
Por ello el Gobierno chino, que suele dar carpetazo a la época maoísta con la frase “sus logros fueron superiores a sus errores”, centrará sus discursos en los éxitos de la segunda mitad del régimen.